Cómo mejorar la relación con nueras y yernos

Te decimos cómo llevar mejor esta relación tan cercana que, a veces, se vuelve tensa

“Uno no elige a la familia”. Ese viejo dicho también aplica en el caso de nueras y yernos. Los padres no siempre se llevan bien con las parejas de sus hijos. La crianza de los nietos o incluso tener que vivir bajo el mismo techo puede afectar en gran medida la relación de los adultos mayores con sus yernos y nueras.

La buena noticia es que, con la edad, no necesariamente aumenta la frecuencia de las tensiones. Sin embargo, solucionar los problemas no se vuelve más simple con los años.

Muchos conflictos surgen en las primeras etapas, cuando aparece por primera vez la pareja del hijo. Es decir, los primeros conflictos no surgen todos a edad avanzada. Sin embargo, cuando las tensiones no se verbalizan, pueden perdurar en el tiempo. Cuanto más tiempo se guarda rencor, más difícil es luego desarticularlo. Por eso, lo ideal es no “tragarse” el enojo.

Si va a hablar del problema, lo mejor es un diálogo sincero. Es decir, hacer preguntas e intentar entender al otro en vez de tratar de convencerlo del propio punto de vista. Sin un entendimiento mutuo, es imposible solucionar los conflictos humanos. La relación con yernos y nueras no escapa a esta máxima.

Antes de la charla, lo mejor es preguntarse qué es lo que molesta tanto del otro. ¿Se trata de ciertas características del hijo o hija político? ¿Cree, por ejemplo, que dice que no demasiadas veces cuando lo invita a su casa? Cuando se encontraron las respuestas, es hora de abordar los problemas. Pero para eso hace falta buena voluntad y la disposición de llegar a compromisos. En este tipo de situaciones ayuda asegurarle al yerno o la nuera una “dosis de simpatía” que quizá no existió antes.

En general, los problemas con los hijos políticos son concretos. Muchas veces se deben a que, como los padres reunieron muchas experiencias de vida, quieren transmitirlas a sus hijos y sus parejas. Sin embargo, estas intromisiones pueden traer algunos problemas. Por supuesto que no está prohibido expresar opiniones. Pero cuando queda claro qué tipo de intromisiones son las que molestan, es mejor evitarlas.

La cosa se puede poner difícil cuando los padres viven con sus hijos en la misma casa y cambian las condiciones como, por ejemplo, que uno de los padres necesita asistencia. Un conflicto usual es que el padre quiera permanecer en el hogar, mientras que el yerno o nuera preferiría que vaya a un asilo. Este tipo de conflictos pueden agudizarse rápidamente.

A veces, un mediador independiente puede facilitar las conversaciones. Pueden ser amigos de la familia, el sacerdote de la comunidad o un trabajador social. Lo que está claro es que, desde las dos partes, existe el derecho a decidir sobre la propia vida.

No siempre el yerno o la nuera son culpables del malestar. A veces, la pareja del hijo es apenas una vía para descargar la propia frustración. Y es a edad avanzada cuando la propia vida parece a veces incompleta. En ocasiones ayuda hacer nuevas amistades y emprender nuevos proyectos, ya que quien se dedica a tareas concretas ya no queda tan fijado a la familia de su hijo.

Más allá de lo complicada que sea la relación con la nuera o el yerno, no debería aislarse a la pareja del hijo con acciones como enviarle regalos al hijo y a los nietos y no llamar siquiera a la nuera para su cumpleaños, ya que este tipo de cosas generan tensiones innecesarias. Más vale apelar a la cordialidad, ya que a la larga este tipo de tensiones puede perjudicar la relación con los hijos, lo que llevará a que éstos se vean obligados a decidir entre los padres y la pareja. Y lo más probable es que tomen partido por la pareja.

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