El sueño después de un evento traumático

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Cuando se vive una experiencia que genera temor, tristeza o ansiedad, el descanso nocturno sufre alteraciones que si no se tratan de manera oportuna, influyen en el desarrollo de trastornos del sueño. Te damos las pautas para prevenirlos

Son muchas las razones por las cuales puedes sentir inseguridad, un miedo que rebasa lo normal y te conduce a mantenerte en vigilia, ya sea por el impacto de eventos naturales, la pérdida de un ser querido o un accidente. Lo cierto es que una vez que ha pasado, no es fácil retomar la vida normal y volver a dormir tranquila.

Esta condición conocida como estrés postraumático afecta en especial a los patrones de sueño, explica el psicólogo Benjamín Domínguez Trejo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien indica que hay tres síntomas que pueden presentarse después de cualquier incidente inesperado. Uno de ellos son las pesadillas, en las cuales mientras duermes revives una y otra vez el hecho, e incluso eres capaz de experimentar las mismas sensaciones, lo que hará que te despiertes alterada y te sea difícil volver a conciliar el descanso.

Otra reacción, dice el especialista, se traduce como negación o evitación; es decir, buscar una oportunidad para apartarte de la realidad y recurrir a distracciones que mantengan tu mente ocupada. De hecho, cuando alguien menciona algo respecto al suceso, prefieres apartar la conversación o tu presencia de todo lo que tenga que ver con ello.

También podrás notar que con frecuencia estás en una actitud defensiva y te anticipas al peligro aunque éste ya no exista. Tus reacciones, medidas de seguridad y comportamiento cambian de manera radical para permanecer en todo momento atenta y lista para responder en cuanto sea necesario. En resumen, te encuentras en un estado de hipervigilancia.

Sólo necesitas descansar

Todas estas manifestaciones resultan normales y responden a un instinto básico de supervivencia, pero dejan de serlo cuando afectan la manera en que te relacionas con los demás, tus hábitos o tu manera de ser.

Dormir mucho o poco y sin calidad, no tiene nada más un efecto en el descanso, pues según Domínguez Trejo, mientras reposas no sólo se segregan hormonas a nivel cerebral, que influyen en la respuesta de tu organismo, sino te reparas física y mentalmente.

Al alterarse el sueño, las funciones orgánicas también lo hacen y por esta razón notarás que te sientes agotada, te cuesta trabajo concentrarte, la memoria se afecta, tu carácter se torna irritable y lo más delicado es que esto llega a tener repercusiones en las relaciones interpersonales y, en ocasiones, se puede llegar a un punto sin retorno.

Para regresar a la normalidad

? Establece patrones de sueño sanos; es decir, procura ir a la cama y despertar en los mismos horarios.

? Limita el uso de dispositivos móviles, televisores y reproductores de música.

? Es válido estar al pendiente de la información generada respecto al evento que te haya provocado estrés, sin embargo, procura no entrar en detalles innecesarios ni dedicar tiempo antes de dormir a mirar imágenes o resolver temas relacionados.

? Limita el consumo de bebidas estimulantes como café, té o chocolate, que tienden a mantenerte alerta.

Reconoce los trastornos del sueño

? Duermes en exceso o te cuesta trabajo hacerlo.

? Despiertas de modo continuo y enseguida tienes dificultades para conciliar el sueño.

? Buscas distractores antes de ir a la cama, como prender el televisor sin ver nada en concreto, fumar o refugiarte en el trabajo o en tus redes sociales de manera excesiva.

? A lo largo del día te sientes cansada y si cierras los ojos despiertas alterada.

3 consejos para superarlo

1. Para no rozar los límites, el psicólogo B. Domínguez recomienda resolverlo como un duelo, pues sin importar el origen del evento, el cual te llevó a este punto de estrés, es seguro que para ti ha representado una pérdida y así debe ser tratado.

Lo primero a realizar, es hablar de lo ocurrido con alguien que te haga sentir segura y confiada; mientras más oportunidad tengas de liberarlo, mejor.

2. El siguiente paso es que aceptes tus sentimientos y emociones, no importa cuáles sean, ni te juzgues por ello, se trata de saber qué te mueve para resolver punto por punto. Cuando identifiques las causas de tus miedos, será más sencillo darles una respuesta, tomar medidas de precaución, aceptar las pérdidas y hacer uso del tiempo requerido para darle cauce a tus sensaciones.

3. Aunado a ello es necesario que pongas atención en tus hábitos de sueño y empieces a tomar medidas para darte un ?autoabrazo? que garantice tu descanso. ¿A qué se refiere esto? Equivale a generarte un ambiente propicio para el sueño: una cama cómoda, oscuridad total, el uso de inciensos o fragancias suaves, de preferencia lavanda, ésta ayuda a tranquilizarte y a conciliar el descanso; así como cuidar el clima de tu habitación, recuerda, debe ser un lugar tibio.

En condiciones normales, un par de semanas deberán ser suficientes para que todo vuelva a la normalidad, aunque si esto se extiende por más de dos meses busca apoyo psicológico. El sueño no es un tema menor, es la base de tu bienestar, así que cuidarlo es prioritario, ¡no lo descuides!

Si convives con alguien que sufra las consecuencias del estrés postraumático, dale el justo valor a sus emociones ¡y ayúdale a superar sus temores! Así podrá recuperar su rutina lo más pronto posible.

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