Lo que decimos cuando no decimos

El cuerpo habla... date tiempo para escucharlo

¿El cuerpo habla? Es sabido que el cuerpo --junto a las palabras-- constituye una fuente de comunicación privilegiada de sentimientos, ideas y experiencias.

Algunas investigaciones han estimado que entre un 60 y 70% de nuestra comunicación es no verbal; hecho que nos enfrenta a un gran dilema: ¿Qué expresamos, cuando la palabra no es el principal vehículo de comunicación? El lenguaje no verbal hace mención a aquello que comunicamos que no contempla una estructura sintáctica o lingüística. Gestos, mirada, muecas y todas aquellas estrategias que pone en juego nuestro cuerpo cuando se trata de decir sin decir, aparentemente.

Sin embargo, aunque creemos que “no decimos”, lo cierto es que muchas de nuestras expresiones no verbales son las que dan un profundo significado a las palabras, las acompañan, las disfrazan o simplemente las dejan al descubierto y desnudando su sentido.

Es así como el cuerpo habla, aunque a veces no nos demos cuenta, expresando mucho más de lo que pretendemos decir con palabras. El cuerpo puede confundir pero también echar luz sobre aquello que no queda claro simplemente con el lenguaje verbal. Cuando a las palabras le sumamos el ingrediente no verbal, la comunicación se hace mas completa, el mensaje se enriquece. Mientras las palabras nos permiten disfrazar el mensaje de forma parcial o total, el cuerpo suele mostrarnos genuinamente la información, prácticamente sin intenciones

El rompecabezas corporal

Cuando hablamos de lenguaje no verbal, casi siempre pensamos en aquello que decimos a otros u otras con el cuerpo, olvidando que el cuerpo también habla en relación a nosotros o nosotras mismas. El cuerpo escucha, pero también necesita ser escuchado.

Muchas veces, lo que nos ocurre emocionalmente se traduce a “idioma cuerpo”, es decir, algunos conflictos de índole emocional encuentran su vía de escape a través del cuerpo, por ejemplo, algunas personas sufren de fuertes úlceras, en lugar de expresar enojo. Estos padecimientos suelen atenderse a través de tratamientos médicos, cuando en realidad el conflicto se mueve en el terreno de las emociones. La respuesta radica en encontrar formas de dar voz a las emociones silenciadas; dejar de usar el cuerpo como vía privilegiada para la expresión de aquello que nos aqueja, para dar espacio a la palabra dándole sentido al sinsentido.

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