Toma nuestro test y descubre tu verdadera personalidad
Eres una persona relajada, razonable y sin complicaciones. ¡Es tan fácil llevarse bien o convivir contigo! Vamos, que te consideras de “bajo mantenimiento”. Sin embargo, aunque no puedes ni imaginarte por qué lo hacen, algunas personas cercanas a ti alzan las cejas y miran al cielo cuando haces una de tus razonables demandas o expresas una opinión muy personal. De acuerdo con ellas, tú eres fácil... ¡comparada con la guerra de los 100 años! En otras palabras, te ven como una de esas personas que, por ser tan difíciles de complacer, son catalogadas como de “alto mantenimiento”. Si más de uno te señala, quizás hay algo que no estás viendo y que entorpece tus relaciones. ¿Quieres salir de dudas de una vez por todas? Haz esta prueba.
LA HORA DE LA VERDAD
Cuando voy a cenar a un restaurante y no cumplen con todas mis especificaciones...
A ¡Estallo! Si no me sirven el aderezo de la ensalada aparte o el chef no está dispuesto a hacer un plato especial para mí, hablo con el administrador, critico al chef y me enojo con el mesero, aunque a todos se nos arruine la noche.
B Devuelvo el plato si está frío o si no está preparado a mi gusto, pero no espero perfección. Definitivamente, no dejo que eso me eche a perder la salida.
C No me gusta llamar la atención; como lo que puedo y trato de pasarla bien.
Si hago planes con mis amigos o con mis familiares y ellos deciden hacer algún cambio...
A ¡Me parece un insulto! Se me hace muy desconsiderado, después de que me tomé el tiempo de planificarlo todo a la perfección.
B Trato de averiguar por qué lo han decidido y, si me parece mal el cambio, se los dejo saber. Pero al final me adapto, porque sé que a veces surgen imprevistos y hay que ser flexible.
C Entiendo que los planes se deben hacer entre todos y que a veces surgen cambios de última hora. ¡Es completamente normal!
Cuando por algún motivo peleo o discuto con otra persona...
A No doy por terminada la discusión hasta que hago valer mi punto de vista o gano la pelea. Es cuestión de orgullo.
B Estoy dispuesta a aceptar nuestras diferencias, manteniendo mi derecho a disentir.
C A veces concedo la victoria a los demás aunque yo tenga la razón, pues no me gusta pelear.
Si mi pareja me da un regalo de cumpleaños que no me gusta...
A Aunque no se lo diga de palabra, se lo dejo saber con mi actitud. Me muestro distante o actúo enojada... ¡porque lo estoy!
B Quizás me sienta decepcionada, pero agradezco el gesto y el amor que hay detrás del obsequio y le doy algunas pistas para el próximo cumpleaños.
C Lo uso aunque no me guste, porque lo que cuenta es la intención, no el regalo.
Tengo reglas y exigencias muy marcadas. Por ejemplo: dónde sentarme en el cine o en el auto, a qué temperatura debe estar una habitación, cómo se deben ordenar mis cosas, etc. Si no se cumplen, me altero y lo dejo saber en el acto.
A ¡Cierto! No veo nada de raro en eso, porque todos sabemos lo que nos gusta y lo que no.
B No tengo reglas, tengo preferencias.
C Me adapto a cualquier situación, aunque esté incómoda, pues es de mal gusto protestar.
Reconozco que “ceder”...
A No está en mi vocabulario. Pienso que es señal de debilidad o de una falta de estándares. Si creo en algo, debo hacerlo valer, cueste lo que cueste.
B No es fácil, pero a veces es necesario para vivir en armonía. No se trata de echar a un lado nuestros principios, sino de hallar un término medio justo.
C Es mi modus operandi, porque es la mejor manera de evitar enfrentamientos con las demás personas.
En varias ocasiones, mis familiares, amigos y compañeros de trabajo han dicho que soy...
A Muy dura en mis críticas y difícil de complacer. ¡Pero es que tengo estándares!
B Exigente, pero justa.
C Demasiado buena y complaciente.
Cuando voy a la tienda a buscar un vestido o un accesorio para una ocasión especial...
A No me voy hasta conseguir exactamente lo que deseo, aunque tenga que poner el establecimiento patas arriba y solicitar la ayuda de todos... hasta del último vendedor.
B Soy flexible, trato de acercarme lo más posible a mi ideal, pero sin pedir perfección.
C Aunque no sea el vestido perfecto, lo compro si me queda bien y el precio es bueno.
Mi actitud ante el éxito es...
A Que solo triunfa aquel que sabe exactamente lo que quiere y jamás se rinde, pase lo que pase.
B Enfocada, pero flexible. En el camino muchas veces hay que hacer cambios o adaptaciones para llegar a la meta.
C Relajada. Dejo que las cosas se vayan dando de manera espontánea y confío en que ocurrirá lo mejor.
Lo que siempre espero de las personas más cercanas a mí, como mi pareja y mi familia...
A Es que sepan reconocer y llenar mis necesidades.
B Es que me consideren y que, si les pido ayuda, me la den cuando puedan.
C Nada espero de ellos; trato de ser autosuficiente. Casi nunca pido ayuda.
LOS RESULTADOS
Si obtuviste mayoría de letra A: Aunque para otras personas es evidente, a ti te sorprenderá saber que, de acuerdo con esta prueba, eres una mujer de alto mantenimiento. Y es que tu manera de actuar -exigir, criticar, no ceder- se te hace completamente normal. Es más: sientes que es tu derecho indiscutible. Sin embargo, desde el punto de vista de aquellos que comparten tu vida, resultas muy difícil, pues con tu actitud les dejas saber que todo tiene que hacerse a tu manera? Tal vez estás cómoda así, pero ¡no te imaginas cuánto se afectan quienes te rodean! Sí, las personas de alto mantenimiento casi siempre se salen con la suya, pero sus relaciones no son genuinas, porque no hay una auténtica comunicación. En muchos casos, los demás ceden para mantener la paz y poner distancia emocional, pues tu actitud inflexible y exigente les resulta agotadora. Algunos, incluso, prefieren mantenerse lejos. Si a pesar de que siempre logras imponer tu criterio te sientes sola, modifica tu actitud y trata de ser más considerada y flexible con los demás. Recuerda que son individuos con los mismos derechos que tú. Echa a un lado el perfeccionismo, respeta la opinión ajena y considera los sentimientos y las necesidades de los otros. ¡Verás un cambio mágico en tus relaciones!
Si obtuviste mayoría de letra B: ¡Felicidades! Estás en un feliz término medio, lo cual quiere decir que eres justa contigo misma sin dejar de ser considerada con las personas que comparten tu vida. Eres razonable, sabes ser flexible y te adaptas a las circunstancias con un mínimo de drama.
Si obtuviste mayoría de letra C: Es bueno ser flexible, pero no tanto que te conviertas en una veleta que se mueve con el viento que sople. Si a veces te sientes ignorada o desatendida es porque pides tan poco, que los demás han aprendido a no tomar en cuenta lo que quieres. Tal vez sufres de baja autoestima, algo que debes remediar para compartir con las personas desde una posición de igualdad. Con la educación y la sensibilidad que te caracterizan, comienza a expresar tus deseos y tus criterios.