A toda acción corresponde siempre una reacción

A toda acción corresponde siempre una reacción

Enseña a tus hijos a hacerse responsables de las consecuencias de sus decisiones

¿Crees que el maltrato físico, verbal o psicológico son opciones válidas para educarlos? ¿Se te ocurren otras alternativas para corregirlos?

“A toda acción corresponde siempre una reacción...”, esta ley de Newton puede emplearse lo mismo a la física que a nuestras decisiones cotidianas. Las consecuencias de nuestros actos serán siempre los límites a los que estaremos sujetos, y eso es lo que podemos transmitir a nuestros hijos para que corrijan conductas que juzguemos inaceptables.

Las consecuencias pueden ser de dos tipos: un castigo desvinculado de la conducta que deseamos corregir, o verdaderas sanciones vinculadas al daño causado y su resarcimiento. Por ejemplo, quitarle la televisión o el juguete favorito a uno de nuestros hijos, poco o nada tiene que ver con que le haya pegado a su hermano. ¡Peor aún resultará si le das un manazo “para que entienda”!, porque lo único que le quedará claro es que los conflictos se arreglan a golpes.

Cuando manipulamos, amedrentamos, quitamos el cariño, aislamos, humillamos, nos burlamos o avergonzamos a los niños, en realidad estamos quebrantando su voluntad, generamos resentimiento y angustia, pero no los educamos porque simplemente no les permitimos hacerse responsables de las consecuencias de su conducta.

A diferencia del castigo inventado para reprimir al niño, podemos establecer límites a una conducta inaceptable con el fin de corregirla. “No saltar en los escalones de la escalera” es un límite que lo protege de un accidente y esa es su razón de ser.

Existen 4 aspectos que justifican tu intervención para imponer límites. Cuando se pone en riesgo o no se cuida:

-La sobrevivencia y la seguridad.
-La convivencia social.
-La higiene y la salud.
-Los valores prioritarios.

Un límite debe ser claro, concreto, conciso, cumplido y consistente. Eso nos lleva a crear medidas acordes con la edad, la etapa del desarrollo y la personalidad de cada niño. Asimismo, debemos aclarar cuáles serán las consecuencias del incumplimiento.

Estrategias que vale la pena intentar:

-El aviso preventivo. (Para irse a dormir, para dejar de jugar, para irse de la fiesta, para apagar la TV).
-El silencio por un tiempo breve. (No es la “ley del hielo”).
-"Tiempo fuera” para reflexionar. (Hasta que se calme, sin discusiones ni bromas).
-Volver a hacer algo... pero bien. (Darle la oportunidad de tener éxito y reafirmar su sentido de eficacia).
-Hacer enmiendas. (Desde una disculpa, pagar, reparar el daño).
-El perdón. (Al tener la certeza de que pueden ser perdonados y exonerados, podrán corregir errores).
-La previsión. (Anticiparse y ayudarle a pensar en sus necesidades y las posibles consecuencias).
-El buen humor. (Ver el lado divertido de una situación sin hacerle sentir que nos estamos burlando de él o ella).

Un límite se enfoca en la conducta inaceptable de un niño, para corregirla. Una limitante se enfoca en la personalidad del niño y lastima su dignidad como persona.

Fuente:
Vidal Schmill Herrera, director de escuela de padres y especialista en desarrollo humano.
Para más información visita Mejor en Familia


Relacionado