De la vida real: Caí en las redes de una falsa síquica

De la vida real: Caí en las redes de una falsa síquica

Ella buscó a alguien con poderes que seganó suconfianza... solo para traicionarla

Jude Deveraux es la autora de más de 40 novelas. Treinta y cinco de ellas han sido best sellers internacionales, como The Black Lyon, Lost Lady y el romance de viaje en el tiempo Legend. En total, la respetada escritora ha vendido más de 60 millones de copias de sus libros a nivel mundial.

En 1991, después de sufrir la muerte de su hijo de 8 años y el fin de su matrimonio, Deveraux consultó con una gitana síquica llamada Rose Marks, para que la ayudara a lidiar con sus problemas. Durante los 20 años siguientes, la autora le pagó a Marks la suma de 17 millones de dólares para librarla de las maldiciones que ella creía que la perseguían. En agosto de 2012, Marks y ocho miembros más de su familia fueron arrestados, acusados de usar su “influencia espiritual” para desfalcar al público por una suma superior a los 40 millones de dólares. En estos momentos, el caso se decide en los tribunales de Estados Unidos. Pero sea cual sea el veredicto, la experiencia de Deveraux muestra que ni el éxito ni el intelecto pueden salvar a algunas personas de cometer serios errores de juicio cuando se sienten vulnerables sicológica y emocionalmente. Lo mismo ocurrió en el siguiente caso, que nos advierte del peligro de depositar nuestra confianza en personas sin escrúpulos, capaces de traicionar...

“FUI A CONSULTARLE... Y YA NO PUDE ESCAPAR”

Siempre le tuve un poco de temor al tema sobrenatural, porque se me hacía algo blasfemo... y muy real. Pero cuando comencé a tener dificultades con mi esposo, una amiga me dijo: "¿Por qué no consultas con una síquica? ¡Yo fui con una que me ayudó a salvar mi matrimonio!”. Yo estaba desesperada, y como Teresa me parecía el colmo de la cordura, fui a consultar con una síquica llamada Marta, quien me aseguró que iba a descubrir la causa de los problemas en mi relación con Gustavo.

Fui a la primera sesión muy escéptica y convencida de que todo era una gran pérdida de tiempo y de dinero, pero cuando comenzó a hablarme, por primera vez sentí que alguien me entendía. ¡El problema no era yo! Todo era producto de ciertas corrientes negativas que había que neutralizar. Me gustó escuchar que las causas de mis conflictos estaban fuera de mí. Y no solo eso: Marta las podía ahuyentar. Así fue como me puse en sus manos.

El horror comenzó cuando llegué a la segunda consulta y, tal como ella me había pedido, llevé una manzana para realizar una lectura “muy importante”.

“Esta manzana representa tu vida. Ella nos va a decir qué está pasando...”, me dijo. Siguiendo sus instrucciones, cerré los ojos unos segundos y, cuando los abrí, vi la manzana en medio de la mesa, con un gran puñal al lado. “Córtala en dos”, me ordenó, entregándome el puñal... y cuando lo hice, se me escapó un grito de miedo: la manzana estaba completamente negra por dentro, como si un terrible mal la hubiera invadido. “Alguien te ha puesto una maldición y por eso no progresas. Pero no te preocupes, yo te quitaré ese problema”. El precio del ritual: 600 dólares, que pagué con gusto, porque ver esa manzana teñida de negro y carcomida por el mal me llenó de terror, pues representaba mi vida. (En aquellos momentos no sospeché que se trataba de un fraude).

Dos semanas después de esa visita, cuando le conté a Marta que mi situación no había mejorado, ella me dijo que veía un aura negra a mi alrededor, señal de que la maldición era muy potente y que necesitaba una limpieza más profunda. El costo del ritual: 1,000 dólares. Durante la siguiente visita, cuando me preguntó cuántos hijos tenía y le contesté que tres... ella guardó silencio durante varios minutos que se me hicieron eternos. Genuinamente asustada, le pregunté qué pasaba, y ella me dijo: “Solo veo dos”. Sentí que la vida se me iba del cuerpo. ¿Es que uno de mis hijos estaba en peligro? Su voz segura y pausada me devolvió la paz: “No te preocupes. Yo lo protegeré". El costo de la protección: 5,000 dólares.

Para muchas personas es difícil entender lo que yo estaba viviendo en esos momentos. Una parte de mí me decía que todo aquello era irracional, que estaba cometiendo una locura; pero la otra me llenaba de dudas nacidas de la superstición que casi todas las personas, incluso las más racionales, llevamos dentro y que, desafortunadamente, muchas veces afloran en los momentos de crisis, cuando no somos capaces de razonar.

¿Y si no pagaba el dinero... y algo terrible le pasaba a uno de mis hijos? Una vez que crees en el poder de las maldiciones... ¿cómo pruebas que ese poder no existe? Por supuesto, atrapada en esta situación, mi matrimonio, que comenzó tambaleante, ahora estaba en crisis. Raúl no entendía adónde se iba el dinero, pues ni se imaginaba que lo usaba para pagar el balance mínimo en las tarjetas de crédito. Vivía tensa, con los nervios crispados y siempre al borde del llanto. Quería cortar mi relación tóxica con Marta, pero no me atrevía, porque ella siempre me auguraba una terrible desgracia si no me sometía a sus rituales, que eran cada vez más costosos. Llegó un momento en que tenía miedo de tomar la más mínima decisión sin consultar con ella. Por supuesto, mi situación iba de mal en peor en todos los sentidos: el emocional, el afectivo, el sicológico y el económico. ¿Qué podía hacer para liberarme de su dominio?

Finalmente, un día la crisis llegó a su punto máximo y sufrí un ataque de pánico tan intenso, que acabé en el salón de emergencia de un hospital, incoherente y temblando de la cabeza a los pies. Fue entonces cuando llegó a verme un siquiatra que, con paciencia y sensibilidad, me extrajo la historia que no me atrevía a contar.

¡LIBRE AL FIN!

El Dr. González me estabilizó y me refirió a una sicóloga que se especializa en casos de personas atrapadas en cultos y supersticiones. Al principio no fue fácil, porque yo vivía con el temor de que algo terrible me iba a pasar por abandonar a Marta. La sicóloga me ayudó a zafarme del estado casi hipnótico en el que me había sumido aquella mujer. Poco a poco fui alejándome de su influencia y empecé a trabajar en mis problemas. Mi esposo y yo comenzamos a ir a una terapia matrimonial, que nos ha ayudado mucho. Organicé mi economía. Me di cuenta de que precisamente el miedo a enfrentar la realidad y a asumir la responsabilidad por mis actos y mis decisiones fue lo que me llevó a caer en las manos de aquella mujer sin escrúpulos.

Hoy me considero una persona de mente abierta y sé que hay muchas cosas inexplicables en el mundo; fenómenos que, hasta ahora, no han sido aclarados por la ciencia. Incluso creo que de la misma forma que hubo genios como Leonardo da Vinci o Albert Einstein, quizás también haya personas con el talento de, por ejemplo, ver el futuro. Pero después de mi experiencia y de conocer los trucos que utilizan algunas personas para robarles el dinero a los más vulnerables, creo que si existieran esas perso - nas superdotadas, serían seres más evolucionados e incapaces de aprovecharse del prójimo. Claro, todas esas suposiciones perte- necen al reino de lo desconocido. Yo solo sé que el día que dejé atrás mis supersticiones fue el más feliz de mi vida.

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