La luz y el color de Oscar de la Renta

La luz y el color de Oscar de la Renta

Un homenaje en el museo De Young repasa la vida y obra del diseñador internacional, nacido en la República Dominicana

Amaba la vida, la elegancia, la música, jugar golf, cantar y compartir con familiares y amigos; también disfrutaba del silencio junto al mar y desayunar mangú, pero sobre todo le apasionaba la moda. La fusión de elegancia y colorido, de luminosidad y refinamiento, a la vez que su impecable corte y manufactura convirtieron a Oscar de la Renta en una figura estimada en el mundo de la haute couture. No obstante su fama, la esencia en el ADN del muchacho nacido en Santo Domingo, criado en medio de seis hermanas mayores, nunca lo abandonó, por lo que a él le gustaba decir: ?Mi fuerza es saber siempre quién soy y de dónde vengo: de mi isla?.

Esa calidad isleña del Caribe le inyectaba un je ne sais quoi inconfundible en su trato personal: un encanto que lo hacía irresistible a aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo, y más aún, a quienes tuvieron la dicha de tenerlo entre sus amigos. Gregario y distinguido, vestido de manera impecable y siempre perfumado, era capaz de reír, de llorar y de cantar con una voz profunda e inolvidable. Pero, por encima de todo, este hombre permanentemente bronceado se caracterizaba por poseer un talento imposible de aprender: ser un gran conversador.

Oscar de la Renta: The Retrospective, en el museo De Young, de San Francisco, puede visitarse hasta el 30 de mayo. La institución continúa la exploración del universo de la moda que inició en el 2007 con Vivienne Westwood: 36 Years in Fashion. Esta nueva panorámica contó con la colaboración de André Leon Talley, experto en la moda y amigo del diseñador desde que Talley llegó a Nueva York en 1974. Los 130 conjuntos que están expuestos provienen de coleccionistas públicos y privados de todas partes del mundo.

De la Renta contaba 18 años en 1950, cuando el paisaje isleño quedó atrás, mientras el barco se alejaba rumbo a Madrid con el propósito de estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes, de San Fernando; pero en la capital española descubrió que su verdadera pasión era la moda. Para ganarse la vida comenzó bocetando trajes; Francesa Lodge, la esposa del embajador estadounidense en España, le pidió que le diseñara uno para la fiesta de debutante de su hija Beatriz..., quien terminó en la portada de la revista Life y Oscar en el taller de Cristóbal Balenciaga. En 1961 llegó a París, donde Antonio del Castillo, diseñador en Lanvin, lo empleó; allí se mantuvo hasta 1963, cuando decidió que había llegado la hora de probar fortuna en América del Norte. ¿A dónde si no en Nueva York?

En esa época Elizabeth Arden llevaba una línea de ropa y contrató a Oscar de la Renta pagándole 700 dólares a la semana. Dos años transcurrieron hasta que se asoció con Jane Derby, quien poco después se retiró, y con el apoyo de Ben Shaw, la casa Oscar de la Renta se hizo realidad. Con el tiempo la marca abarcó boutiques alrededor del mundo, fragancias, ropa de novia, moda infantil, colecciones prêt-à-porter y línea de accesorios para el hogar También incursionó en un proyecto de bienes raíces: Puntacana Resort & Club, donde él y su amigo, el cantante Julio Iglesias, formaron parte del grupo de inversionistas. En el 2006, De la Renta diseñó el hotel Tortuga Bay.

Aunque incontables actrices y otras celebridades han vestido sus diseños, entre ellas cuatro primeras damas de los Estados Unidos: Jacqueline Kennedy, Nancy Reagan, Hillary Clinton y Laura Bush, Oscar de la Renta reconoce que Sarah Jessica Parker contribuyó a realzar su imagen pública cuando el personaje de Carrie Bradshaw, en Sex and The City, recibió un traje de coctel rosado de un admirador ruso interpretado por Mikhail Baryshnikov, con quien De la Renta compartía en el complejo Puntacana. A partir de ese episodio, que se grabó en el 2000, la actriz y el couturier compartieron una larga amistad. Una colaboración memorable fue la del vaporoso traje blanco y negro que Parker llevó a la gala del Museo Metropolitano de Arte en mayo de 2014; en la cola blanca se leía la firma del diseñador en rojo.

Meses antes de que Oscar falleciera, Amal Alamuddin, otra personalidad de alto perfil, le pidió que le creara el vestido más importante de su vida: el de novia, así como el que se pondría en la fiesta después de la ceremonia en la que uniría su vida a la del actor George Clooney. Ambos querían ?un vestido romántico y elegante, ¿quién mejor que Oscar para hacerlo??, explicó la abogada de origen británicolibanés, especializada en temas de derechos humanos. Cuando Amal le comentó que había pensado tener solamente a su sobrina Mía como flower girl, De la Renta le sugirió que llevara a una persona adulta para que la ayudara, porque el peso del vestido de tul con aplicaciones de encaje de Chantilly iba a ser demasiado para una niña de 12 años. ?Tu hermana Tala?, le dijo, y así fue. Eran esos detalles tan personales, tan humanos, los que provocaron que Amal exclamara: ?¡Es el hombre a quien todas quieren abrazar!?.

Además de su labor profesional, De la Renta estaba comprometido con diversas causas benéficas, entre ellas la Casa del Niño en Santo Domingo. Cuando murió a los 82 años, a consecuencia del cáncer, le sobrevivieron su viuda Annette de la Renta, su hijo adoptivo Moisés, y sus tres hijastros. De ellos, Eliza Bolen funge como vicepresidenta de la casa de modas, mientras Alex, su marido, es el director ejecutivo. Cuando a Eliza le preguntaron acerca de la ?mujer Oscar de la Renta? ella la definió así: ?De 35 en adelante, femenina, que aprecia la manufactura y el color, y quiere lucir bien?. Se comprende por qué De la Renta dejó en esas manos el imperio que creó a fuerza de trabajo. Ellos parecen estar al tanto de lo que él pensaba: el diseño sin propósito comercial es un proyecto de arte.

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