Aunque muchos pudieran dar por sentado que la reina Isabel II desayunaba platillos muy elaborados, ya que contaba con los chefs y recursos a su disposición en cualquier momento, la realidad es que la monarca solía iniciar su día con un alimento sencillo y que la mayoría tenemos en nuestra alacena: el cereal.
Cereal, el desayuno de la reina Isabel II
Según lo que reveló Darren McGrady, quien fue chef real durante 15 años, Isabel evitaba platos recargados y que prefería desayunar un bol de cereal Special K. Algo que le sorprendía bastante dado que tenía los chefs que pudieran prepararle cualquier comida que se le antojara.
“El desayuno de la reina era a las 9 de la mañana, servido en su habitación”, relató McGrady para Heart Bingo, y que recoge People. “Se servía cereales de un tupperware, sobre todo Special K, aunque había 20 chefs disponibles para cocinar cualquier cosa”, apuntó.
Este enfoque minimalista en el desayuno revela una monarca con hábitos regulares, que encontraba placer en lo cotidiano. Aunque el equipo de cocina estaba preparado para servir platos gourmet, Isabel prefería una rutina que reflejara sencillez y autenticidad. Además, McGrady contó que su pastel de cumpleaños cada año era un clásico: un chocolate ganache elaborado con la misma receta desde la época de la reina Victoria.
¿Cómo era la dieta de la reina Isabel?
Más allá del desayuno, McGrady también compartió detalles sobre lo que solía comer el resto del día: en la cena, Isabel II prefería ingredientes locales, como el venado y la becada criados en las propiedades reales —Sandringham House y el Castillo de Balmoral, respectivamente—, y mostraba una marcada afición por el chocolate oscuro, especialmente en sus postres.
Por otra parte, también se sabe que la monarca solía tomar té todos los días. Su preferido era el Earl Grey o Assam, que disfrutaba tanto en la mañana como en la tarde, aunque la hora del té tradicionalmente se servía a las 5:00 p.m. aproximadamente.
No obstante, la reina Isabel acompañaba el té con panes embarrados con un toque de mantequilla y mermelada elaborada con fresas escocesas, el cual podría parecer un alimento sencillo pero que, sin duda, se convirtió en uno de los imprescindibles de su dieta.
Como podemos ver, la dieta de la reina era moderada, sin excesos, con alimentos frescos y locales. En tanto que su enfoque era más de rutina y constancia que de indulgencia, reflejando así el mismo sentido del deber y equilibrio que aplicaba en todos los aspectos de su vida.
