Carolina de Mónaco abre su corazón

Carolina de Mónaco
Cuando el más pequeño de los Grimaldi llega a los 60 años de edad, y cada quien hace su vida como mejor le gusta, ¡quizá sea la hora de contar detalles secretos sobre la que se creía era la familia perfecta! En el libro Albert II of Monaco, The Man and The Prince, la hermana mayor de Alberto se confiesa y recuerda que tanto ella como él crecieron en un palacio silencioso, donde la disciplina marcaba todo. Estuvieron casi siempre al cuidado de su niñera, Maureen Wood, con unos padres fríos, sobre todo su madre, la princesa Grace, quien era muy estricta.

Una infancia solitaria

Los príncipes Grace y Rainiero de Mónaco estaban con frecuencia ausentes de sus vidas, en viajes oficiales y grandes fiestas; la mayor parte del tiempo los niños permanecían solos con Wood.

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El príncipe Rainiero III, las princesas Carolina y Estefanía, el príncipe Alberto y la princesa Grace.

“Era muy triste ver tan poco a nuestros padres, pero la nanny era tan buena con nosotros que nos hacía todo más llevadero. Tanto Alberto como yo hubiéramos querido que ellos participaran más en nuestras vidas”, indicó la princesa. Y esa soledad y apatía fue la razón por la cual Carolina trató de ser totalmente diferente con sus hijos. ¡Por eso adora a sus nietos y es la abuela más cariñosa del mundo! “Estábamos más unidos a nuestra cuidadora que a nuestros padres”, dice. “Mi madre y yo tuvimos una relación muy distante y poco compenetrada durante muchos años, porque ella y mi padre viajaban mucho, además que ni a mi hermano ni a mí nos permitieron comer con ellos en la mesa del comedor hasta que cumplimos 14 años. Esto no nos pareció raro porque fue así desde pequeños, pero cuando fuimos creciendo comprendí que era algo muy extraño, pues mis amigas siempre comían con sus padres y conversaban con ellos”.

De raíces fuertes

Carolina, de 61 años, princesa de Mónaco y todavía princesa de Hanóver (pues nunca se ha divorciado del príncipe Ernesto de Hanóver, de quien se separó en 2008), y quien fue abuela por séptima vez cuando Carlota dio a luz, es la hija mayor de quien fuera la famosa actriz de Hollywood Grace Kelly, ganadora de un Oscar y considerada una de las mujeres más bellas del siglo XX, y del príncipe Rainiero de Mónaco.

Su hermano Alberto nació 14 meses después que ella, y hoy en día, con sus 60 años cumplidos, reina como Alberto II en el pequeño principado.
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Carolina y Alberto con Maureen Wood, su niñera.

“Estábamos tan apegados a Maureen, que cuando se iba de vacaciones le suplicábamos: ‘No te vayas, no te vayas’, y no parábamos de llorar, hasta que nuestra madre no soportaba más vernos tristes y con caras largas, y la llamaba para pedirle que cortara su descanso y regresara enseguida a Mónaco. ¡Y ella lo hacía!”. Maureen Wood, quien también habló con los autores del libro, Isabelle Rivère y Peter Mikelbank, contó que cuando Grace y Rainiero estaban de viaje, “le permitía a los niños tener una noche ‘de gala’, y le ordenábamos al chef del palacio una comida especial. Carolina se ponía un vestido de su madre y Alberto un traje de gala, ¡hasta yo misma me vestía muy elegante!, poníamos música y bailábamos”. La nanny hacía la vida de los niños “maravillosa”, y por ello apenas notaban la ausencia de sus padres.

Aires de grandeza

Curiosamente, cuando Grace Kelly (de familia rica de Filadelfia, pero sin ningún lazo con la aristocracia) se casó a los 26 años con Rainiero en 1956 (al poquísimo tiempo de conocerlo y habiéndolo visto menos de una docena de veces) le fascinó ser royal, y como Princesa Serenísima de Mónaco le gustaba mucho recibir reverencias y compartir su vida rodeada de protocolo mientras socializaba con los monarcas de Europa.

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La boda de Grace con Rainiero.

“Era como si ella fuera la aristócrata y Rainiero un plebeyo que se casó con ella”, comentó una periodista parisina que los conocía desde los comienzos. “A Grace, aunque era muy americana en muchas cosas, todo lo que significara ‘realeza’ le encantaba y crió a los niños con muy poca influencia estadounidense, aunque eventualmente sus tres hijos llegaron a hablar inglés con acento americano y se sentían muy felices cuando visitaban a sus familiares allá y hacían barbacoas en el patio de la casa”.

La llegada de su hermana menor, la princesa Estefanía, en 1965 (Carolina tenía ocho años de edad), cambió la rigidez del palacio, y como el príncipe Rainiero la hizo su favorita, su crianza fue menos estricta. A pesar del disciplinado crecimiento, cuando las chicas fueron adolescentes pasaron por unos años de rebeldía, que molestaron muchísimo a su perfeccionista madre. Grace tenía la ilusión de que Carolina hiciera un gran matrimonio ¡nada menos que con el príncipe Carlos de Inglaterra! y llegara a ser reina, pero después de varios novios “indeseables”, la bella joven terminó casándose en 1978 con el mujeriego playboy Philippe Junot, ¡que su madre detestaba! La unión terminó en 1980.
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En un club parisino la princesa se enamora del playboy Philippe Junot, un banquero 16 años mayor que ella. Se casan en Mónaco el 28 de junio de 1978.

Tras la tragedia

Cuando en septiembre de 1982 Grace murió en un accidente de auto, al regresar a palacio desde su finca de fin de semana en las montañas cercanas a Mónaco, iba con la muy rebelde Estefanía, de 17 años, la cual se había ‘enamorado’ de Paul Belmondo, hijo del actor Jean-Paul Belmondo, quien no era del agrado de su madre.

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Rainiero con Carolina en el funeral de Grace.

Luego se dijo que cuando ocurrió el accidente (supuestamente provocado por un derrame cerebral sufrido por Grace, que le hizo perder el control) y el coche se salió en una curva de la carretera y saltó al vacío, madre e hija iban discutiendo y era Estefanía la que conducía, lo que nunca ha sido confirmado. Irónicamente, en su filme To Catch a Thief junto a Cary Grant, de 1955, en una escena Kelly conduce un auto por la misma curva donde tuvo lugar el percance y dice: “¿Ha visto algo más lindo en su vida! ¡Es el lugar más bello de la Tierra”. ¡Increíbles giros del destino!

Carolina se casó con Stephano Casiraghi en 1983, un año después de la muerte de su madre, misma que sacudió en pleno a la familia Grimaldi, pues pocos funerales de la realeza han tenido tantas lágrimas y tal congoja de parte de los familiares, y tanto Rainiero como sus hijos estaban destrozados.
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Carolina con Stefano Casiraghi, en 1989.

Otra desgracia

La tragedia volvió a romper la felicidad de Carolina, pues tras siete años de un feliz matrimonio y del nacimiento de sus tres hijos (Andrea, hoy de 34 años, Carlota de 32, y Pierre, de 31), Casiraghi murió en un accidente con un barco de motor en las aguas de Mónaco en 1990. Tenía apenas 30 años. En 1999, la princesa (embarazada de cuatro meses de su hija, Alexandra) contrajo nupcias con el millonario príncipe Ernesto de Hanóver (¡que estaba casado con una de sus mejores amigas!) y quien es primo lejano de Carlos de Inglaterra. El matrimonio fue un desastre porque él, ahora de 64 años, es alcohólico, y se separaron en 2008, aunque siguen legalmente casados.

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Ernesto Augusto y Carolina con Carlota y Alexandra.

A pesar de la crianza fría, los tres hijos de Grace y Rainiero siguen el legado de sus padres, haciendo obras de caridad a través de la Fundación Princesa Grace.

El principado está en manos de Alberto, casado con la princesa Charlène, quienes son padres de los mellizos príncipes Gabriella y Jacques, de tres años y medio. ¿Curioso? Que, según mis espías en Mónaco, el royal es tan frío con su esposa y sus hijos, justo como lo fueron sus padres. Infancia es destino...
Por: Mari Rodríguez Ichaso / Foto: Getty Images
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