Jacques y Gabriella cumplen un año... Y en Mónaco reina el amor

Jacques y Gabriella cumplen un año... Y en Mónaco reina el amor

Los hijos del príncipe Alberto y Charlene cumplen un año y a pesar de los rumores, en Mónaco reina el amor

Alberto II de Mónaco y Charlene Wittstock aman los deportes y la música. En la etapa inicial de su relación romántica se les veía en diferentes eventos, tanto de carácter social como artístico o deportivo, en los que se mostraban muy cariñosos. Pero inmediatamente después del matrimonio en julio de 2011, que ocurrió entre especulaciones sobre la infelicidad de ella, los cuestionamientos sobre la solidez de la pareja se desataron como un vendaval. Tal vez les afectó más que se casaron poco después de la fabulosa boda al estilo de los cuentos de hadas de los duques William y Kate de Cambridge; las comparaciones los dejaban en desventaja. Enseguida llovieron los pronósticos sobre el final de la pareja, con repetidos rumores de separación.

Durante los siguientes tres años, Charlene fue aclimatándose a su nuevo rol. En repetidas ocasiones ambos reafirmaron el amor que se profesaban, así como el deseo de iniciar su familia. Charlene dijo: ?Estoy deseosa de ser madre, pero eso está en las manos de Dios?. Sin embargo, el embarazo no llegaba. Coincidió que Andrea Casiraghi y su novia de años, Tatiana Santo Domingo, tuvieron un hijo; meses después se casaron. Es inevitable pensar que Carolina de Hannover había soñado que un día su hijo Andrea sucediera a su hermano en caso de que este no hubiera tenido a sus herederos dentro de un matrimonio. Sorpresivamente, en mayo de 2014, sus altezas reales comunicaron que esperaban su primer hijo. Como flechados por Cupido, Alberto y Charlene cambiaron su manera de actuar en público y se les veía sonrientes, tomados de las manos, besándose con frecuencia, bailando como dos enamorados... El príncipe dijo sentirse ?pleno de felicidad? con el embarazo de Charlene; la alegría se intensificó meses más tarde, al confirmarse que tendrían gemelos. Menos tensa, en ciertos momentos la princesa dejó entrever gran ternura. Alberto estuvo presente en el parto y, a finales de diciembre, en las primeras fotos de Jacques y Gabriella, los dos irradiaban de alegría al estrenarse como padres; cada uno tenía a uno de los pequeños herederos en brazos. En enero, cuando los presentaron oficialmente, era como si se hubieran redescubierto: intercambiaban esas miradas cómplices delatadoras del diálogo privado característico de una pareja conectada plenamente.

La familia en su totalidad participó en la presentación oficial de los recién nacidos; sin embargo, más tarde llamó la atención que ninguno de los Grimaldi figurara como madrina o padrino de los gemelos. Por el lado paterno fue Christopher Le Vine, primo estadounidense de Alberto, familiar directo de Grace Kelly. Por el lado materno fue Gareth Wittstock, hermano de Charlene.

El bautizo fue una fiesta en la que Charlene supervisó cada detalle. Lució impecable, visiblemente emocionada y feliz, tanto que en momentos ocurrió algo insólito: rió casi que a carcajadas. Podríamos especular que el distanciamiento de los Grimaldi ha sido un factor que ha contribuido a la felicidad de la pareja. Este año la familia real se ha reunido en contadas ocasiones en Mónaco: en enero, cuando los chiquitines fueron presentados; en marzo, para el Baile de la Rosa; en mayo, para el bautizo de Jacques y Gabriella; más tarde en agosto, para el décimo aniversario de la entronización de Alberto II. Ningún familiar del príncipe los acompañó en el Baile de la Cruz Roja la noche del 25 de julio, en cuya mañana tuvo lugar la ceremonia matrimonial civil de Pierre Casiraghi y Beatriz Borromeo, en Mónaco. Aunque oficialmente los soberanos monegascos asistieron a ese evento con sus hijos, no se han visto fotografías con ellos.

El décimo aniversario de Alberto II como soberano fue muy emotivo cuando Charlene se dirigió al público en francés por primera vez. En el discurso definió a su marido como ?el príncipe de mi corazón?, con lo que le provocó lágrimas. Nuevamente se volvieron a ver felices; durante la fiesta bailaron como un par de jóvenes, disfrutando plenamente de la vida.

A pesar de todo, los rumores han vuelto a circular. La pareja se instaló con los bebés en Francia mientras restauran el palacio en Mónaco; se comentó que ella se había escapado con los niños porque no soportaba más al príncipe. Sin embargo, durante un evento de la Fundación Princesa Charlene de Mónaco, en Córcega, al cual Alberto la acompañó, lucían felices y enamorados, besándose entre las lecciones que la princesa daba para enseñar a un grupo de niños a nadar.

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