Los grandes duques de Luxemburgo: Unión y deber

Los grandes duques de Luxemburgo: Unión y deber

Tras 34 años de matrimonio, los grandes duques mantienen una estrecha y cariñosa relación entre ellos así como con sus hijos y nietos

Tras unas vacaciones con la mayoría de los miembros de la familia ducal en la residencia a la que van cada año en el pueblo playero de Bormes-les-Mi- mosas, en el sur de Francia, los grandes duques de Luxemburgo Enrique y María Teresa regresaron al castillo Berg, en la zona de Colmar-Berg, situada al sur de Ettelbruck en las afueras de la capital. El castillo, que data del siglo XV, fue adquirido por Guillermo IV en 1907; durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes lo ocuparon y tras una extensa restauración, en 1964, el gran duque Jean y su familia se instalaron en él. Con la llegada del otoño 2015, la pareja ducal se reintegró a sus deberes oficiales.

Aunque el 7 de octubre, el gran duque cumplió 15 años de ser elevado al trono y de ejercer como jefe de estado luxemburgués, los festejos se llevaron a cabo el Día de la Fiesta Nacional, en junio, cuando se celebró también que Enrique cumplió 60 años.

La pareja ducal mantiene una estrecha relación con sus hijos: el príncipe heredero Guillermo, de 34 años; el príncipe Félix, de 30; el príncipe Luis, de 29; la princesa Alexandra, de 24, y el príncipe Sebastián, de 23. Los nietos ?los príncipes Gabriel, de 9 años, y Noah, de 8, así como la princesa Amalia, de un año? son una fuente de gran felicidad para Enrique y María Teresa. Con frecuencia los vemos reunidos, compartiendo actividades deportivas, disfrutando en la playa relajadamente o en las fiestas familiares. Cariñosos y comprensivos, han mostrado respeto y apoyo por las decisiones de sus hijos.

Además de las labores oficiales de recibir a miembros de las casas reales, a presidentes y otros dignatarios, el gran duque se encarga de seleccionar no solo al primer ministro cada cinco años, sino también a los jueces que comprenden la corte suprema del ducado.

Por su parte, la siempre sonriente gran duquesa ha dicho que sigue el modelo de la madre Teresa de Calculta en su dedicación por las causas benéficas. Ella está enfocada en proteger a los niños que corren el riesgo de ser transformados en soldados infantiles. Tras un viaje a Burundi, en el 2010, ella creó la Fundación del Gran Duque y la Gran Duquesa, cuyo propósito principal es evitar que los menores de edad sean enviados a la cárcel. Con ese fin lanzó el proyecto Manos tendidas, en colaboración con la Maison Shalom: entre ambas organizaciones proveen los recursos para liberar a los niños encarcelados y reintegrarlos a la sociedad, y el impacto ha sido muy positivo.

Como embajadora de la UNESCO, María Teresa ha trabajado para que las niñas alrededor del mundo tengan acceso a la educación y, paralelamente, ha sido un canal para los microcréditos, porque tal como ha explicado: ?No podemos ir a los países pobres y decirles a las personas que no tienen nada, que están luchando para sobrevivir, que necesitan una educación?. La manera de lograrlo es ofreciendo la solución para salir del ciclo de pobreza; así, ?van a pedir una educación?.

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