Cómo evitar los azúcares y derivados

Cómo evitar los azúcares y derivados

Dejar estos sabores puede resultar difícil, pero siempre hay alternativas benéficas para tu salud

Los refrescos, las galletas, los snacks... todo parece tener azúcar. Hay personas que quisieran consumir menos azúcares para no engordar, otras a las cuales les resulta perjudicial. ¿Pero es posible evitar esta sustancia en el día a día?

Ana sentía constantemente la necesidad de comer algo dulce, ya fuera un chocolate o una porción de tarta. Hoy no ha dejado de hacerlo, pero busca otra calidad de dulce: prepara sus propios pasteles y come más frutos secos y otros endulzantes.

Por supuesto, siempre se puede ser más intransigente. Hay personas que prefieren evitar hasta el consumo de frutas. “Eso desde mi perspectiva tiene poco sentido”, comenta la nutricionista, “ya que las frutas contienen elementos primordiales como vitaminas y minerales que son una parte constitutiva de nuestra alimentación”, explica.

En cambio, el azúcar que uno consume en los dulces, los pasteles demás postres no aporta más que calorías de las que se puede prescindir perfectamente.

Ana no ha renunciado al azúcar cien por cien, pero evita consumir azúcares refinados. Ahora asegura que esa “dieta” mejoró mucho su calidad de vida. “La piel se ve más fresca y sana, comencé a sentirme menos cansada y esas ganas desesperadas de comer algo dulce fueron desapareciendo”.

De todos modos, lo más difícil es la primera etapa, como siempre. No todos los productos indican en la etiqueta cuánta azúcar contienen, con lo cual, durante la primera fase es necesario invertir cierto tiempo para diferenciar unos alimentos de otros.

Al principio, no es tan sencillo distinguir qué es un azúcar. Pero el servicio independiente de información nutricional aid indica que todos los ingredientes como la glucosa, la lactosa o la maltosa, en definitiva, lo que termina en “osa”, suele ser un indicador de azúcar.

Otros elementos que aportan azúcares son la leche desnatada en polvo, el extracto de malta de cebada y los purés o extractos de frutas. También hay comidas que se compran ya preparadas en el supermercado que pueden contener azúcar.

Pero una vez que uno ya ha hecho las distinciones del caso y ha organizado sus comidas, alimentarse sin consumir azúcar blanca es mucho menos complicado de lo que parece. Los “peligros” no suelen estar en la estantería de la cocina, sino más bien en los restaurantes o cafés.

“Uno puede evaluar detenidamente el menú o simplemente evitar consumir productos que desconoce. Siempre es bueno preparar algo en casa y llevarlo adonde sea”, aconsejan los especialistas.

Los que empiezan a hacer sus primeras experiencias en este campo no deberían dejar de consumir azúcares de un día para otro, para no sobreexigirse desde el primer momento. Siempre es mejor avanzar paso a paso e ir reduciendo los alimentos que contengan azúcares mientras se los remplaza con otros elementos, por ejemplo, en lugar de comer un chocolate, comer una banana.

Muchas personas remplazan el azúcar blanco por sustancias alternativas como la miel. No está mal, ya que al ser un producto natural es mucho más sano. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cantidad de calorías no es menor.

Por eso se recomienda utilizar esas alternativas más bien poco y como aditivos puntuales, en forma de “especias”.

Si bien el principio no es del todo sencillo, al pasar el tiempo el cuerpo pide cada vez menos azúcares y los beneficios son notables. Antes de darse cuenta, los pasteles y postres le resultarán “demasiado dulces”.

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