Reglas de oro para las fiestas

Reglas de oro para las fiestas

Si celebrar las fiestas de diciembre te llena de tensión, te decimos cómo relajarte para que las disfrutes con paz y alegría

Las fiestas de Navidad y de Año Nuevo son una oportunidad para reflexionar sobre su significado, para compartir en familia e incluso para hacer nuevos planes que piensan llevar a cabo durante el año que comienza. Entonces... ¿por qué tantas veces, en lugar de colmarnos de paz, nos llenan de estrés? De acuerdo con las estadísticas, hay tres motivos principales: la falta de dinero, la falta de tiempo y las tensiones familiares.

Si todos los años anticipas estas fechas con angustia, ha llegado el momento de redefinir lo que significan para ti y de diseñarlas a tu medida para que, en unión de tus seres queridos, puedas disfrutarlas. Y de la misma manera que siete son los pecados capitales y siete los enanitos de Blancanieves, aquí te damos las siete reglas de oro para gozar de las fiestas con ilusión y alegría.

NOCHE DE PAZ...

1. Decide que es lo mas importante para ti. ¿Qué significan estas fechas para ti? ¿Son un momento para reflexionar y compartir con tus seres queridos... o una ocasión para tratar de cumplir con todos, aunque te llenes de estrés? ¿De qué manera deseas celebrarlas? Diseña la fiesta o celebración a tu medida; aunque no la lleves a cabo exactamente como la visualizas, hacer algún cambio puede representar una gran ayuda a la hora de evitar el estrés. Exprésale tus deseos a tu familia y coordina la mejor forma de organizar las fiestas para que sean un disfrute y no una fuente de tensión.

2. Estudia tus posibilidades reales. Si todos los años llevas las tarjetas de crédito al límite, pues “tiras la casa por la ventana”, decide si es posible continuar así sin irte a la bancarrota o si te traerá más paz ceñirte a un presupuesto realista. Incluye en él la comida, las decoraciones, los regalos, etc. Si te mantienes dentro del presupuesto podrás disfrutar más relajada, pues sabes que no recibirás una desagradable sorpresa cuando te lleguen las cuentas a fin de mes. Por otra parte, de la misma manera que creas un presupuesto para tu economía, debes hacer uno de tu tiempo. Sé realista y decide qué puedes hacer sin repartirte en 50 pedazos para luego quedar casi desmayada en el sofá. Si a pesar de que dispones de poco tiempo libre ya se ha vuelto una costumbre que todos los años organices la cena de Navidad, quizás es el momento de dejar que otro la celebre en su casa y de asistir solo como invitada. O de organizarla en un sitio público y dividir los costos entre todos. Recuerda: nada te ata a esta tradición. Tú puedes elegir hacer algo diferente este año... y todos los años.

3. Simplifica, simplifica, simplifica. Lo recordamos tres veces y, aun así, muchas personas lo olvidan. Pon énfasis en el significado de la ocasión, no en lo grandioso del evento que organizas. Planea una reunión más sencilla. Reduce el tiempo de limpiar y de lavar después de la cena, usando platos y cubiertos desechables (los hay muy lindos para la ocasión). Recorta la lista de regalos. No esperes hasta el último momento para comprarlos y, para ahorrarte el viaje a la tienda y la inevitable fila en la caja registradora, compra por catálogo o a través de Internet. A las personas menos allegadas, como la vecina que siempre te trae un detalle o el señor que se encarga del jardín, obséquiales tarjetas de regalo de una tienda, para que escojan algo a su gusto. ¡No inviertas preciosas horas que no tienes en crear envoltorios elaborados! Las bolsas para regalo resuelven en un dos por tres.

4. Delega... y olvida la perfección. Si eres de esas personas que piensan que si quieres que todo salga bien tienes que hacerlo tú misma, echa a un lado esa creencia. Asígnales a otros esas tareas que tanto te agobian, como enviar las invitaciones, poner la mesa o seleccionar el menú, y aprende a vivir con la idea de que lo importante no es que las cosas se hagan de manera perfecta, sino suficientemente bien. Te quitarás un enorme peso de los hombros y vivirás más relajada.

5. Evita los dramas familiares. Si vas a hacer la celebración en casa y algunos invitados son conflictivos, pues no se hablan o viven peleados, siéntalos en la mesa a una distancia prudencial y recluta a personas de confianza para que, si surge un tema “peligroso” -ya sea de política, de sexo o de religión- intervengan cambiándolo, proponiendo un juego o una actividad, o separando discretamente a los contrincantes. Recuerda que esta no es la ocasión para aclarar malentendidos del pasado o para enfrentar a un miembro de la familia por cualquier motivo. Evita o limita el consumo de alcohol, ya que este a veces “calienta” los ánimos y requiere que todo el que lo beba tenga un chofer asignado o tome un taxi. Esto te evitará muchas peleas y preocupaciones. Pero, sobre todo, recuerda que tú no puedes controlarlo todo y mucho menos el comportamiento ajeno. Lo único que está en tus manos es ofrecer un ambiente familiar y agradable a tus invitados; cómo lo toman ellos o si lo disfrutan o no, es algo que no puedes controlar. Por lo mismo, desoye las críticas y las quejas que nunca faltan y concéntrate en lo positivo.

6. No te extralimites. Muchas personas temen subirse sobre la balanza en enero, pues comen o beben de más en las fiestas y luego se aterrorizan cuando ven los números que, al parecer mágicamente, aparecen en la pesa. No se trata de que llegues a la cena para sentarte a ver comer a los demás, mientras tú degustas una triste hoja de lechuga, sino de que comas con medida. Sírvete pequeñas porciones y deja de comer apenas te sientas satisfecha. No consumas calorías vacías, como el alcohol o los refrescos azucarados. Tampoco abandones tu régimen de ejercicios porque estás muy ocupada organizando eventos; mantenerte activa no solo te ayuda a estar en forma, sino que te da la energía que necesitas para seguir adelante.

7. Haz un tiempo para ti. Por mucho que simplifiques, delegues, te ciñas a tu presupuesto y evites los dramas familiares, la temporada de fiestas siempre trae obligaciones y quehaceres adicionales. Por lo mismo, recuerda hacer un espacio para tocar base con tu yo interior. Cuando te sientas estresada, respira profundo, toma un descanso y regresa a tu centro. Esto te llenará de la paz que necesitas para poder disfrutar a plenitud.

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