Los papás involucrados en una crianza equitativa son más felices: ¿cómo lograrlo?

crianza-equitativa-beneficios.jpg

Atrás deben quedar las creencias de que la crianza es tarea de una persona. El cambio social ha transformado de fondo las viejas estructuras y dinámicas familiares, así como sus necesidades. Debido a esto, establecer una crianza equitativa nunca ha sido más urgente, no solo por el beneficio que trae a los padres, sino por el impacto positivo en el desarrollo de niñas y niños.

“estudio de la Universidad de Guelph, en Ontario, Canadá, los cuales son:

  • Mayor nivel de vocabulario.
  • Mejores resultados académicos.
  • Mejor afrontamiento del estrés y tolerancia a la frustración.
  • Más iniciativa en las interacciones sociales.
  • Mayor seguridad y mayor felicidad.

Hay que recordar que el aprendizaje de un niño comienza en casa, por lo que si se logra una crianza equitativa, aprenderán que ningún trabajo tiene prejuicios de género, y podrán vivir el verdadero significado de igualdad.

-En los padres: Los padres que se involucran en la crianza de sus hijos aseguran que se sienten más felices que aquellos que no tienen este tipo de relación, según el reporte Panorama del estado de los padres en el mundo, realizado por Men Care. El informe también indica que los padres que tienen una relación estrecha y sin violencia con sus hijos e hijas viven más y padecen de menos problemas de salud mental y física; también son más productivos en sus trabajos.

-En la pareja: Por otro lado, los beneficios para la pareja también son notables, ya que la relación se vuelve más unida, ambos se sienten más satisfechos y hay menos conflictos, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Illinois.

Cómo hacer una crianza equitativa en tu hogar

Debido a estas repercusiones positivas para todos los miembros de la familia, a continuación, Verónica Gutiérrez nos brinda una guía básica para aplicar el concepto en nuestro propio hogar.

1) Crear estrategias: El objetivo será trabajar en equipo y crear un plan para optimizar las funciones parentales. Para lograr consolidar las actividades ambos deberán ser pacientes y tener conciencia de que podría resultar complicado al principio ante la falta de costumbre, sin embargo, poco a poco se podrá mejorar la coordinación para establecer nuevos hábitos que den buenos resultados.

Si es algo que alguno de los miembros no ha realizado antes, entonces es buena idea introducir estas actividades poco a poco, por ejemplo: que en lugar de que la madre cambie el pañal todas las veces, el padre comience a hacerlo una o dos veces al día.

2) Confianza y comunicación: Para que un equipo funcione bien debe existir comunicación y confianza para enfrentar los problemas y desafíos. Ambos deben expresar lo que sienten, sin temor a que el otro saque provecho de la situación. Si en algún momento alguno de los padres siente que hay desequilibrio en las responsabilidades, será importante levantar la mano y corregir y ajustar de nuevo la organización y las rutinas.

Es importante aprender a aceptar cuando nos equivocamos, y tener siempre presente que nuestra pareja es nuestra mayor aliada para desarrollar una crianza sana.

3) Distribuir la responsabilidad: Los padres y las madres deben tener igual responsabilidad en la crianza de los hijos. Los hombres no ayudan con las labores de la crianza, ejercen su paternidad; madre y padre son un equipo, y por lo tanto, ninguno de los dos debería de sobrecargarse con el trabajo.

“La clave está en sacar provecho de las fortalezas individuales al momento de distribuir roles y funciones, a fin de que se complementen. Esto contribuye también a proteger la salud mental de los padres, ya que no sólo representa un refuerzo positivo de nuestras capacidades, sino que nos permite liberarnos del estrés de cargar con toda la responsabilidad”.

4) Distribuir los descansos. Así como es importante dividir las tareas y responsabilidades, igual de importante es distribuir los descansos. Ambos padres deben reconocer la necesidad del autocuidado, por lo que si se siente agotamiento, será indispensable buscar alguna forma de recargar la energía y descansar. Cuando se sienta necesidad de un descanso y que se está llegando al límite, se debe levantar la mano y pedir ayuda. Si se hace de forma proactiva es mucho mejor.

Cuando ambos padres están involucrados y coordinados en la crianza de los hijos y las labores a realizar, cuando uno se sienta agotado, el otro puede intervenir sin problemas.

5) Negociar: Cuando existe la confianza es fácil negociar. Las diferencias deben conversarse, discutirse, y finalmente negociarse, para que se pueda realizar un trabajo en equipo. Hay actividades que pueden repelernos más que otras, como levantarse a alimentar al pequeño a medianoche, y eso es normal, aún así, éstas deben negociarse para distribuirse entre la pareja lo más equitativamente posible.

Los acuerdos no serán siempre leyes inalterables, y cuando la situación así lo requiera, la pareja debe ser flexible y comprensiva, sin que estas excepciones se vuelvan un hábito.

6) Reconocer los logros: Será importante visibilizar los logros y lo que la pareja ha construido durante su periodo de crianza a fin de que ambos se sientan reconfortados y que son parte de un equipo. Este ejercicio ayudará a reconocer y premiarse por lo que han hecho bien como pareja. Además, este será un ejemplo de vida para sus hijos de lo que es el trabajo en equipo.

“Una crianza compartida aporta grandes beneficios al desarrollo de los niños, influye en su seguridad, en su comportamiento en el colegio, en la disciplina y en los estados emocionales de toda la familia, por lo que te invito a apostar por la crianza equitativa y a dejar atrás viejos patrones y estilos de crianza”, finaliza Verónica.

Relacionado