De la realeza a María Félix: las joyas más icónicas de Cartier que deslumbraron a reinas y divas del siglo XX

Desde serpientes articuladas hasta panteras engastadas, Cartier ha sido uno de los joyeros predilectos de reinas europeas y actrices emblemáticas.

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María Félix fue una gran inspiradora de los diseños de la maison.

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Cartier no solo ha sido sinónimo de lujo, sino también de audacia y simbolismo. Sus joyas han adornado tiaras reales, collares de gala y estilosos atuendos de figuras que marcaron la historia. En el siglo XX, mientras las monarquías europeas lucían coronas y diademas clásicas, otra línea más provocativa surgía gracias a clientas transgresoras como María Félix. La actriz mexicana elevó el arte orfebre al encargar piezas que parecían vivas: serpientes, cocodrilos y panteras, transformando su relación con Cartier en uno de los capítulos más audaces del mundo de la joyería.

Cartier y la realeza

Desde sus orígenes en París —fundada en 1847—, Cartier supo conquistar a las casas reales europeas. Su prestigio creció tanto que la maison fue apodada “El joyero de los reyes, el rey de los joyeros”. Entre sus piezas más destacadas para la realeza figuran tiaras, collares con piedras preciosas, parures o conjuntos coordinados y ornamentos que se volvieron símbolo de la realeza.

Una pieza que frecuentemente se menciona en exposiciones y en la historia de la realeza y la casa es la Tiara Manchester de 1903, parte de la expansión internacional de Cartier, la cual combinó innovación con protocolo real. La tiara fue encargada por Consuelo, duquesa de Manchester, quien brindó a la maison 400 diamantes de talla rosa para su elaboración, mientras que Louis Cartier y sus diseñadores incluyeron más diamantes para darle su forma característica de corazones en “C”.

Esta no ha sido la única pieza de la marca realizada para la realeza; en 1910, la tiara Scroll, encargada por el conde de Essex en 109, ha sido utilizada por la reina Isabel de Bélgica, quien la mandó modificar, y por Clementine Churchill, quien la portó durante la coronación de la reina Isabel II en 1953.

Sin embargo, pronto la casa viviría su tiempo creativo rompiendo con la joyería tradicional, volviéndose la marca inspiradora y única que hoy conocemos.

María Félix y Cartier, la nueva inspiración de la casa

En 1933, Louis Cartier nombra a Jeanne Toussaint como directora creativa de la marca. La influencia y paso por esta joyera influyó mucho en que la casa lograra su posición como joyería creativa e inspiradora, pues ella y su figura de “mujer pantera”, la cual venía del amor que tenía por estos animales, fueron pioneros para inspirar piezas icónicas.

Fue aquí donde nació la idea de crear piezas extraordinarias como las que encargó María Félix.

La relación entre Cartier y María Félix fue mucho más allá que cliente-diseñador; fue una completa complicidad creativa. Entre 1959 y 1976, “La Doña” encargó piezas extraordinarias e icónicas: broches, pulseras pantera, collares coralinos y, particularmente, sus famosas joyas de reptil.

De sus piezas más legendarias se encuentran el collar de serpientes de 1968, con estructura articulada y engastado con 2,473 diamantes que parecían moverse. También el collar de cocodrilos de 1975, inspirado en un bebé cocodrilo que ella llevaría al taller como inspiración. La pieza consiste en dos reptiles entrelazados que podría llevarse como un collar completo o dividirse en broches.

Las joyas que siguen deslumbrando

En la actualidad, muchas de estas piezas forman parte de exposiciones que rinden homenaje a ese cruce entre el arte y el lujo. Una de las exposiciones más recordadas fue la de “Un legado vivo”, la cual se realizó en el Museo Jumex en CDMX y permitió ver a curiosos y creativos las piezas que mayor protagonismo tomaron del joyero personal de “La Doña”.

En Londres, la exposición del Victoria & Albert Museum-Cartier exhibe más de 360 piezas históricas de la marca.

Cartier ha vestido coronas reales, pero también ha cobijado visiones más personales e intensas, plasmadas en piezas únicas encargadas por íconos como María Félix, las cuales deslumbraron y lo siguen haciendo por su técnica de elaboración, pero también por la historia que llevan con ellas y de aquellas personas que las portaron.

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