Diseñadores invencibles

Diseñadores invencibles

¿Cuál es el secreto de estos diseñadores que, aunque tienen más de 70 años, siguen creando llenos de entusiasmo y dirigiendo sus compañías?

Como un monstruo de mil cabezas, cada temporada la industria de la moda da a luz a cientos de nuevos diseñadores y devora a otros tantos.

Nuevos nombres y marcas aparecen y otros desaparecen a igual velocidad. Los que llegan a la cúspide son muy pocos, muy pocos también los que se mantienen y aún menos los que perduran durante cuatro o cinco décadas. ¿Cuál es el secreto de algunos creadores que a pesar de haber pasado la barrera de los 70 años siguen diseñando con el mismo entusiasmo, dirigiendo eficazmente sus com- pañías e influyendo en el panorama de la moda mundial?

GIORGIO ARMANI confiesa que llegó a la moda un poco por casualidad, cuando comenzó a trabajar en los almacenes italianos La Rinascente como diseñador de escaparates. Poco a poco le fue entrando “el virus” por la moda y entró en Nino Cerruti, donde trabajó nueve años como diseñador de ropa masculina hasta que decidió abrir su propia firma. De eso hace casi 40 años. Hoy, Armani es conocido en el mundo entero, no solo como modisto, sino como árbitro de un cierto estilo de vida, a través de Armani Casa, Emporio Armani y Armani Privé, un emporio de 2.500 millones de dólares, con más de 5.000 empleados y cientos de tiendas en el mundo, del que es presidente, director ejecutivo y único accionista. Su fascinación por la estética depurada, heredada de su madre a quien “todo lo innecesario le molestaba”, no tiene límites. Actualmente es difícil imaginar la marca Giorgio Armani sin el hombre. Es un business al que, como él insiste, “solamente una catástrofe” le haría renunciar.

Pero aun así, desde hace años le preguntan por el después, una inquietud que el diseñador comprende muy bien. “Trato de optimizar mis habilidades, todavía intactas, y de manejar este emporio como si fuera inmortal”, bromea. Armani admite que no quiere renunciar a nada. “Trabajé mucho para ganar esto”, dice. Y para seguir adelante se cuida con esmero. A punto de cumplir los 80 años (en julio), no bebe alcohol, no fuma, se va a dormir a las 10:30 pm y hace gimnasia una hora y media cada mañana. “Un cuerpo saludable y fuerte ayuda a la mente y a la creatividad”, comenta.

Así como Armani comenzó con ropa de hombre, RALPH LAUREN hizo su entrada en la moda a través de las corbatas. Su idea de genio: hacerlas anchas en una época en que se usaban finas. En 1967, Brooks Brothers, la tienda donde trabajaba como vendedor, no vio la veta, pero en cambio Neiman Marcus sí lo hizo y le compró 100 docenas de corbatas, que él llamó Polo. ¿Por qué Polo? “Me gustan los deportes y me pareció que el polo era un deporte internacional y sofisticado”, admite. Después de las corbatas siguió una línea de ropa masculina en 1971 y, al año siguiente, una colección para mujeres y la línea de camisas en la que apareció el hoy célebre logo por primera vez y que inmediatamente se convirtió en un clásico. Más aún, a principios de los 1980 fue el primer diseñador que lanzó una línea para el hogar, una idea verdaderamente innovadora. Hoy, a los 74 años, Lauren es el hombre más rico de la moda estadounidense y su ropa encarna el sueño americano en su versión más clásica, la del mundo privilegiado de los wasps y de un Hollywood de antaño.

Cuando le preguntan cómo ha hecho para mantenerse inspirado durante cuatro décadas, admite que reza y que, todavía hoy siente ansiedad antes de cada desfile. “Sigo teniendo miedo”, admite, “pues cada vez tengo que crear algo de nada”. Y cuando todavía resuenan los aplausos del desfile que acaba de terminar, él ya está pensando en el próximo.

A pesar de haber pasado la edad del retiro hace varios años, Lauren no da señales de disminuir su marcha: en el 2012 firmó un nuevo contrato por el que, además de recibir un buen aumento de salario, mantendrá su puesto de presidente y director ejecutivo de su marca, por lo menos hasta el 2017.

FOTOGALERÍA: LOS INVENCIBLES DE LA MODA

"¿Por qué renunciar a algo que amo?”, dice CAROLINA HERRERA cuando le preguntan sus planes de retiro. “Crecí rodeada de cosas hermosas y desde pequeña desarrollé un ojo para la moda, por la que siento una verdadera pasión. El hecho de trabajar rodeada de gente que comparte esa pasión hace las cosas muy fáciles”, dice.

Desde 1972, esta socialite venezolana (que fue introducida al universo de la moda por su elegantísima abuela que la llevaba a los desfiles de Balenciaga, Lanvin y Dior) era una constante presencia en las listas internacionales de las mejor vestidas. En 1980, ya instalada en Nueva York con su segundo marido Reinaldo Herrera y por sugerencia de su amiga Diana Vreeland, decidió diseñar una línea que reflejara su estilo, que atrajo a fashionistas como Jackie Kennedy Onassis y la princesa Diana de Inglaterra. Más de 30 años después, sigue siendo fiel a sí misma. “Prefiero la ropa sencilla y bien cortada, con una sola extravagancia, con mangas, nada muy complicado o llamativo”, explica. Su propio “uniforme” es la impecable camisa blanca que elevó a un status icónico.

Hoy, su imperio abarca su colección de moda, de novias, fragancias y accesorios, y está presente en 280 tiendas en 104 países. Dos de sus cuatro hijas trabajan junto a ella, y si la marca pertenece desde 1995 a la firma Puig , ella sigue siendo su directora artística y marcando su particular huella en todas sus colecciones. Renée Zellweger, Amy Adams, Emily Blunt, Oprah Winfrey y Tina Frey son algunas de sus fieles clientas.

Nada más opuesto al mundo de Armani, de Lauren y de Herrera es el que propone VIVIENNE WESTWOOD. A los casi 73 años, la primera dama del punk nunca apuntó al clasicismo. Rebelde e inconformista, en los años 70 adoptó causas como el desarme nuclear y los derechos civiles.

Por cierto, así como sus diseños punk fueron reemplazados por los “nuevos románticos”, hoy sus causas son otras: la defensa del medio ambiente y la lucha contra la extinción de especies. Ella le sugirió a la duquesa Kate de Cambridge que repitiera ropa más a menudo: “Mi mensaje es elige bien y compra menos”, afirma.

Sus causas ocupan cada vez más de su tiempo, pero felizmente ha recuperado su pasión por la moda, que parecía haber perdido. “En este momento me siento feliz con lo que hago y quiero continuar”, comenta, especialmente porque su Ethical Fashion Africa Collection, manufacturada en Kenia, ayuda a las poblaciones más pobres de ese país. Y aun cuando se ha convertido en lady Westwood desde que recibió la Orden del Imperio Británico en el 2012, no parece tener intenciones de dormirse sobre sus laureles. “Sigo luchando contra el conformismo”, insiste.

AZZEDINE ALAÏA, de 73 años, también es un inconformista, a su manera. Cuando llegó a París desde Túnez, donde había aprendido los rudimentos de su profesión, fue acogido en casa de una condesa a cambio de ocuparse un poco de sus niños y de coserle un vestido de vez en cuando. Dos años después decidió lanzarse por su cuenta. Era el año 1981 y Azzedine Alaïa se convirtió en el secreto mejor guardado entre las mujeres más elegantes de París. Pero ni antes ni después de su consagración, el modisto siguió el camino tradicional de otros diseñadores. El casi no da entrevistas y no explica su trabajo. Hace muchos años decidió abandonar el feroz circuito de los desfiles y presentar su colección solo cuando él y su ropa están listos. “Los creadores deben producir cuatro colecciones para mujeres, dos de hombres, una de crucero... Por eso la moda ya no tiene esencia. Un verdadero trabajo creativo exige tiempo”, explica. Alaïa corta sus moldes y sabe donde debe ir cada puntada. En cuanto a la idea de retirarse, nada más ajeno a sus planes. Más aún, acaba de abrir su primera tienda parisina, a pocos pasos del Museo de la Moda, donde recientemente se exhibía una muestra de su trabajo y prepara el lanzamiento de su muy esperado perfume en el 2015. Sus clientas como Gwyneth Paltrow, Shakira, Miley Cyrus o Sofia Coppola no son fieles, son devotas suyas y la primera dama estadounidense Michelle Obama, quien rara vez rompe su política de usar “made in USA”, lo hace solo para enfundarse en un Alaïa.

El diseñador KARL LAGERFELD es un adicto al trabajo, el que expresa a través de sus múltiples talentos: además de diseñador de moda, es diseñador industrial, fotógrafo, ilustrador y un constante proveedor de frases ingeniosas para gran placer de los periodistas. Tras haber perdido 30 kilos (66 libras) hace poco más de 10 años, considera su silueta estilizada como uno de sus mayores logros. Lagerfeld vibra con curiosidad y entusiasmo; trabaja, lee y viaja sin parar, y se mantiene, como él dice, “hiperinformado”. Algunos se preguntan si duerme. Desde hace 50 años, desde sus primeros pasos en la casa Balmain, está íntimamente involucrado en la historia de la moda. Aun así, solo mira hacia el futuro, sin un ápice de nostalgia. Alerta y lúcido afirma que “no hay nada peor que recordar los buenos viejos tiempos”. “El minuto en que pie sas que el pasado fue mejor, tu presente deviene de segunda mano. Lo vintage está bien para la ropa, no para la gente...”.

Los creadores suelen ser competitivos entre sí, pero todos coinciden en su admiración por REI KAWAKUBO , y Lagerfeld, Marc Jacobs y Phoebe Philo no escatiman los elogios al trabajo original de la japonesa.

Kawakubo, de 71 años, fundó Comme des Garçons en Tokio, en 1973, y nueve años más tarde comenzó a presentar sus colecciones en París, donde, desafiando las nociones establecidas, provocó un revuelo con sus prendas con bordes deshilachados, formas asimétricas y una limitada paleta en negro, gris oscuro y blanco, que los periodistas especializados bautizaron Hiroshima chic. Kawakubo participa en todos los aspectos del negocio y está muy involucrada en el diseño gráfico, la publicidad y la decoración de sus tiendas. Los años no han aplacado su osadía. Para ella, “lo importante es siempre proponer algo nuevo”. ¿Se imagina vendiendo su firma? "¿Quién querría comprarla?”, pregunta riendo, pero previsora, forma cuidadosamente a su personal para que la compañía siga funcionando cuando ella ya no esté.

OSCAR DE LA RENTA recuerda que cuando llegó a Nueva York, en los 1950, las mujeres no podían entrar con pantalones en un restaurante. Hoy, el diseñador dominicano es un valioso testigo de un mundo que desapareció. Pero él no vive en el recuerdo ni en la nostalgia. Por lo pronto, es fanáticamente feminista. “Desearía que los hombre hubieran logrado en los últimos 100 años lo que las mujeres consiguieron en los últimos 50", dice.

Oscar de la Renta hizo su aprendizaje en Balenciaga y Lanvin, creó su firma en 1965 y de 1993 a 2002 dirigió la Alta Costura de Balmain. Hace poco, la Biblioteca Clinton ofreció una retrospectiva de su trabajo. “Lo fantástico de la moda es el ahora. Nunca se debe mirar atrás, siempre adelante. Un creador vale lo que vale su última colección”, afirma. Por supuesto, debido a su edad, “la gente me pregunta cuándo pienso retirarme. Pero voy a seguir por un largo tiempo”. Sus años no le pesan: “La edad está en la mente. Mi pasión, mi espíritu y mi alegría de vivir permanecen”.

El caso de PIERRE CARDIN. Los cumpleaños son para los jóvenes. Yo no necesito regalos. Tengo un año extra y eso es suficiente”, dice Pierre Cardin, de 91 años. Sus desfiles son pocos y espaciados; el último tuvo lugar en diciembre pasado, fuera del calendario de la Alta Costura. “Presenté desfiles durante 60 años de mi vida, ahora lo hago cuando quiero”, dijo. En este caso fue justamente para marcar el 60º aniversario del primero. “Entonces era el modisto más joven, hoy soy el más viejo”, comentó. Su actual proyecto es un rascacielos futurista de 3.400 millones de dólares en su Venecia natal.

FOTOGALERÍA: LOS INVENCIBLES DE LA MODA

Relacionado