Las dos emociones más dañinas para tu piel y cómo afrontarlas

No hay duda, tus emociones están directamente conectadas con el estado de tu piel. Incluso, hay enfermedades que detonan aún más, cuando emocionalmente no te encuentras bien, tal es el caso de la dermatitis y la rosácea. Y en casos menos “preocupantes”, arrugas y brotes.

Según TopDoctors, varios estudios han demostrado que el 80% de los problemas y trastornos de la piel tienen un origen psicosomático, por lo tanto, podríamos entender que la piel funciona como una especie de termostato de nuestras emociones.

Incluso, existe una especialidad médica que se encarga del diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de aquellas patologías resultantes de la interacción mente-piel: la psicodermatología.

La piel es un reflejo de tus emociones
La piel es un reflejo de tus emociones

Laurent Misery, dermatólogo francés, explica en su libro Tu piel tiene cosas que contarte, que “los neurotransmisores como la adrenalina, el cortisol o la sustancia proinflamatoria P se liberan en la piel y tienen efectos variables. Las pieles secas estarán más secas, las pieles grasas más grasas, las pieles sensibles más sensibles y los eccemas pueden empeorar”.

¿Cuáles son las emociones que afectan más a tu piel?

Hay dos que sin duda, tienen efectos notables en la salud y aspecto de tu piel: la ansiedad y el estrés. La ansiedad contribuye a la degradación de colágeno y elastina, además de ocasionar que la piel se vuelva más sensible y “reactiva”, dando como resultado mayores rojeces, irritación y urticaria, a corto plazo.

El estrés altera y empeora algunas situaciones ya presentes, es decir, si tienes líneas de expresión, con el paso de los días notarás que se hacen más visibles; si tienes acné, también te saldrán más brotes.

Más allá de untarte las mejores cremas del mercado, que pueden ayudar a calmar momentáneamente algunos síntomas, debes encontrar actividades que te ayuden a reducir los niveles de cortisol y a relajarte. Meditar, hacer ejercicio, desconectarte de las redes sociales y hasta la terapia, son alternativas que te ayudarán a encontrar el balance emocional que necesitas. ¡No olvides acudir con un experto!

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