El príncipe Carlos y Lady Di fueron, durante años, considerados como una de las parejas con la historia de amor más romántica dentro de la familia real. Sin embargo, detrás de esa imagen de cuento de hadas había una realidad muy alejada de la historia de amor perfecta: una relación marcada por la distancia emocional por parte de él, diferencia entre sus personalidades y un vínculo que ya pertenecía a alguien más.
Diana, era una joven de personalidad carismática, pero vulnerable, cuya adaptación a una familia que se regía por el cumplimiento de reglas y deberes resultó complicada. Por su parte, Carlos traía tras él un romance que jamás tuvo fin con Camila Parker Bowles.
A pesar de ello, ambos decidieron dar el paso necesario para unir sus vidas en matrimonio, “la boda del siglo” fue celebrada un 28 de julio de 1981. Sin embargo, antes de que este evento ocurriera, dentro de las paredes del palacio, el príncipe Carlos tuvo un detalle con Diana: un anillo con una nota.
Una historia de amor que nunca fue equitativa
Se sabe que la noche anterior a la boda en Diana comenzó a crecer la duda sobre lo que estaba a punto de ocurrir. No había pasado tanto desde que la prometida del futuro rey había descubierto que la relación entre él y Camila seguía existiendo y que, muestra del vínculo que los unía, el príncipe de Gales había ordenado hacer un regalo exclusivo para Camila.
De acuerdo con lo narrado por la misma Diana en el libro Diana: su verdadera historia en sus propias palabras del autor Andrew Morton, en la víspera de su boda el príncipe tuvo un detalle con ella: “Estoy muy orgulloso de ti y cuando llegues, estaré ahí en el altar para ti mañana. Míralos a los ojos y déjalos sin palabras”, escribió Carlos en una tarjeta que acompañó un precioso anillo.
Diana declaró en esa publicación que las muestras de afecto por parte de su prometido eran fugaces, casi inexistentes. Hubo quienes llegaron a afirmar que las muestras de cariño de Carlos hacia Diana carecían de sustancia. “Es muy triste decir que nunca la amó, así que nunca le devolvió el cumplido”, aseveró Paul Burrell, mayordomo de la familia, en una exclusiva para Marie Claire de acuerdo con reportes de Vanity Fair.
El brazalete de Gladys: la joya que rompería a Diana
Carlos había mandado a fabricar un brazalete personalizado para Camilia. Las piezas llevaban grabadas las iniciales “G” y “F” correspondientes a los nombres clave de Carlos y Camila: Gladys y Fred.
Diana encontró el brazalete y ese hallazgo le hizo trizas el corazón. Esto era la confirmación de que la boda no sería una historia de amor exclusiva, era sinónimo de que esta unión atravesaría dificultades en las que un tercero tendría bastante protagonismo.
“Me sentía como un cordero al que llevaban al matadero. Lo sabía, y no podía hacer nada al respecto”, declaró la princesa en su libro biográfico.
Y a pesar de todo lo ocurrido, Diana se siguió aferrando a la idea del amor, a la historia que podría formar con él, desafortunadamente sabemos cómo terminó y la realidad estuvo muy alejada del deseo de la princesa de vivir su cuento de hadas.
Diana, a pesar de ser joven, intuía que su historia no tendría el final feliz que ella había imaginado, sin embargo, continuó con su relación con el príncipe Carlos, una relación que, incluso en los breves momentos de afecto, estaba marcada por una traición silenciosa.