Anne Elizabeth Alice Louise, más conocida como la princesa Ana, nació el 15 de agosto de 1950 en Clarence House, cuando su madre aún era la princesa heredera al trono de Reino Unido. Fue la segunda hija de, en aquel entonces, la princesa Isabel y el príncipe Felipe, y fue una niña a la que desde pequeña los protocolos y tradiciones le ayudaron a forjar su carácter.
Su infancia se desarrolló entre los salones y paredes del palacio, junto con su hermano mayor, Carlos, jugaba en los extensos jardines de Clarence House. Hoy, esa princesa está cumpliendo 75 años y este es un breve recorrido por su vida.
El deber, su vocación
Al igual que lo hizo su madre, la princesa Ana tuvo desde pequeña la firme convicción de que su deber real era un papel que debía asumir con total responsabilidad y compromiso. Dentro de la familia real, Ana era conocida por su disciplina y dedicación, características que conservó a lo largo de su vida y le dieron la reputación de ser la “royal más trabajadora”, pues sin importar la magnitud o importancia de los eventos reales a los que asiste, ella siempre acude con compromiso y entrega.
A lo largo de su vida, ha participado en 399 organizaciones benéficas, una de ellas le valió una nominación al Premio Nobel. Fue la primera integrante de la familia real en aparecer en un programa de televisión y también en obtener su licencia de manejo, pero no de vehículos cualquier, sino de formatos grandes, se tiene registro de que una vez manejó un autobús de dos pisos.
Le apasionan los deportes, especialmente la equitación, y en 1976 representó a su país en los Juegos Olímpicos de Montreal.
Un breve recorrido por su vida personal
Lejos de los reflectores y su papel como royal, Ana ha construido una vida personal marcada por la discreción. Su primer matrimonio llegó en 1973, cuando ella tenía solamente 23 años, uniendo su vida con el capitán Mark Phillips con quien tendría dos hijos: Peter y Zara, ambos sin títulos nobiliarios, pues el deseo de la princesa fue que pudieran tener una vida “normal”, sin tantas responsabilidades y protocolos reales. En abril de 1992, Ana y Mark se separarían y ocho meses más tarde, la princesa estaría contrayendo sus segundas nupcias con el vicealmirante Timothy Laurence, con quien mantiene una relación sólida y muy reservada hasta hoy en día.
La princesa con un legado inspirador
A lo largo de los años, Ana ha demostrado que la realeza no es solo un estilo de vida, es un deber que requiere constancia y compromiso. Fiel a su carácter reservado, la princesa ha sabido manejar su papel sin protagonismos innecesarios, evitando lo más que ha podido los escándalos y dejando que sus acciones hablen por ella, respaldándola como una de las figuras reales más ejemplares de la Corona Británica.
Hoy, en su cumpleaños número 75, seguramente en la memoria de la princesa Ana, perdura el recuerdo de la niña inquieta de Clarence House que practicaba equitación de la mano de su padre, de la joven que a pesar de apegarse a las reglas también creo su propio destino, seguramente Ana observa con atención aquello que fue y que reside en lo más profundo de su memoria, aquello que la ha llevado hasta este momento: ser uno de los pilares silenciosos pero imprescindibles de la monarquía británica.