El esperado regreso de Kate Middleton a la escena pública no pudo ser más simbólico ni más elegante. En el desfile Trooping the Colour 2025, celebrado el sábado 14 de junio en Londres, la princesa de Gales apareció radiante junto a sus hijos, y fue precisamente su look (junto al de la princesa Charlotte) lo que encendió las redes sociales por su claro homenaje a la eterna Lady Di.
Kate apuesta por el azul aguamarina y revive la elegancia real
Para esta ocasión tan significativa, Kate eligió un abrigo‑vestido en azul aguamarina con detalles en blanco diseñado por Catherine Walker, una firma que Lady Di convirtió en su favorita. La prenda, de corte midi, solapas contrastantes y botonadura cruzada, resaltaba por su sobriedad, proyectando una imagen de equilibrio entre modernidad y tradición.
El detalle blanco en el cuello, puños y solapas no fue casual: este contraste acentuó el rostro de la princesa y añadió un toque ceremonial al atuendo. Además, el tono azul vibrante coincidía con el de los uniformes de la Guardia Irlandesa, lo que consolidó el mensaje de compromiso que Kate quiso transmitir en su regreso oficial.
El estilismo se completó con una pamela de Juliette Botterill, elegante y sobria, que enmarcaba el rostro de Kate con gracia. Pero lo que realmente emocionó fue su elección de joyas: unos pendientes de perlas y diamantes que pertenecieron a la reina Isabel II, y que también lució en su tiempo Lady Di.
La princesa Charlotte, de 10 años, lució un vestido en tonos azules suaves, en perfecta armonía con el look de su madre. Su peinado recogido, con trenzas sencillas, conmovieron al público británico. Aunque su vestido no era idéntico, el efecto de “mini twinning” entre madre e hija resultó tierno y lleno de simbolismo.
Este año, la aparición de Kate fue más que un gesto ceremonial. Tras anunciar en marzo que lucha contra el cáncer, su presencia en Trooping the Colour fue un símbolo de fortaleza. Como explicó en una carta publicada un día antes: “Estoy haciendo progresos, pero aún no estoy fuera de peligro”.
En medio de esa vulnerabilidad, su look sirvió de armadura emocional, construida con referencias sutiles a su suegra, a la reina y a su propia historia como futura reina consorte.