Una nueva generación de royals

Una nueva generación de royals

Los reyes y príncipes de hoy viven con los pies sobre la tierra y se encargan ellos mismos de criar a sus hijos con más sencillez

¡No más principitos y princesitas que crecen en manos de institutrices y nannies! Las épocas no tan lejanas en que los pequeños miembros de las casas reales eran llevados a ver a sus padres una vez al día (como lo cuenta el príncipe Carlos de Inglaterra con cierta tristeza) han quedado atrás. Dentro de las paredes de palacios y castillos es obvio que todo ha cambiado radicalmente.

Kate y William, duques de Cambridge, son el ejemplo perfecto de una nueva generación de royals. Cuando en los recientes premios BAFTA del cine británico, el príncipe William llamó granny (abuelita) a la actriz Helen Mirren -quien tantas veces ha interpretado a la reina Isabel II-, mientras le entregaba un galardón, el mundo rio y se dio cuenta de que el hijo de Diana y de Carlos, y futuro rey de los ingleses, tiene sentido del humor, es muy natural y siempre actúa con sencillez.

Revisando las monarquías del siglo XXI, da gusto ver a los padres que están educando a sus hijos con modernismo y menos protocolo. Tanto la princesa Victoria de Suecia, como su ya muy neoyorquina hermana, la princesa Magdalena, crian a sus pequeñas Estelle y Leonore, respectivamente, como cualquier mamá joven, y eso es maravilloso. Estelle pasa mucho tiempo con sus padres Victoria y Daniel, quienes la adoran, y no vive “encerrada” en el palacio, como si fuera una muñequita alejada del mundo, aunque ya es duquesa de Östergötland y un día se convertirá en la reina de Suecia.

Como buena bebé neoyorquina, la pequeña princesa Leonore va a sus revisiones médicas, aunque la nieve llene las calles, en un carro sin escoltas, solo con su madre y su padre, el financiero norteamericano Chris O’Neill, aunque sea su alteza Real la princesa Leonore Lilian María, duquesa de Gotland.

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En otras casas reales, como España, Holanda y Noruega, se sabe que los niños consentidos no tienen cabida. Las infantas Leonor y Sofía, hijas de Felipe y Letizia de España, llevan una vida de estudios supervisada por la princesa. También realizan actividades con sus padres e incluso con su familia materna, aunque en esta no hay ni una gota de sangre azul. Los reyes Máxima y Guillermo Alejandro de Holanda tienen a sus hijas Amalia, Alexia y Ariane en colegios públicos. Como su madre es argentina, las princesitas hablan bastante español. En Noruega, Mette-Marit y Haakon tienen dos nannies, pero la pareja decide y manda en la educación de sus hijos, y las empleadas “solo ayudan con el día a día que la princesa organiza”. Los príncipes disfrutan su vida en familia con Marius (hijo de Mette-Marit, de una relación anterior), Ingrid Alexandra y Sverre Magnus.

Los reyes de Bélgica Felipe y Matilde y los príncipes Mary y Federico de Dinamarca actúan como todos los padres y llevan a sus hijos el primer día de colegio. Los royals belgas tienen cuatro hijos: Elisabeth, Gabriel, Emmanuel y Eléonore, y forman una familia muy unida. Hace poco, Felipe tuvo que pedir protección para sus hijos después de que recibieron amenazas contra la princesa heredera Elisabeth. Los príncipes de Dinamarca, por su parte, también tienen cuatro niños: Christian, Isabella y los gemelos Vicente y Josefina.

En Mónaco, la institutriz Maureen King crió muy estrictamente a Carolina y a Alberto, tal como quería su madre, la princesa Grace, pero en esta nueva generación, Carlota Casiraghi no tiene nanny para su pequeño Raphael; tampoco la tienen Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo para su hijo Sacha, y solo cuentan con “alguna que otra persona que los ayuda en la casa”. Ellos viven para sus familias, sin hacer alardes de quiénes son. Quizás el menos “democrático” de ellos es Pierre Casiraghi, quien en el 2012 se vio envuelto en un escándalo en un bar neoyorquino, pero al parecer eso quedó en el pasado. Es que en las casas reinantes de Europa ya no es cool portarse mal. El antes rebelde príncipe Harry de Inglaterra está tomando la vida con más seriedad y ya se habla de su posible boda con Cressida Bonas.

¿Y qué hacen con sus vidas estos royals? La mayoría ha ido a la universidad, como las princesas Beatrice y Eugenie, hijas del príncipe Andrés y de Sarah Ferguson, pues desean ser útiles y tienen un genuino interés en trabajar en proyectos sociales. Los príncipes y princesas de hoy no quieren que los llamen inútiles y se han adaptado al siglo en que vivimos, además de que -y esto es un gran paso adelante- para ellos el matrimonio siempre será por amor, con plebeyos y plebeyas si es el caso, y nunca más “por razones de estado”. Según observadores de las casas reales, “ellos están mejor preparados para la vida y, aunque habrá excepciones, se esperan más buenas noticias de los royals, que malas”. Muchos se preguntan si tendremos una nueva princesa Diana que enamore al mundo o una escandalosa Fergie, condesa de York; pero los royals que han aparecido en titulares de los periódicos por sus escándalos están tratando de que eso no vuelva a suceder y ser “normales” es símbolo de ser modernos.

Todos saben que el príncipe William de Inglaterra y Kate Middleton abrieron un nuevo capítulo en las casas reales: una pareja moderna que, aunque sigue el protocolo correctamente, son graduados universitarios, serios y responsables, y tratan de llevar una existencia lo más normal posible. Ellos vivían con la informalidad típica de los jóvenes de hoy y cuando estuvieron en Gales del Norte, no tuvieron servicio, tal como deseaban. Ahora Kate y su madre cuidan mayormente al pequeño George, quien tuvo una nanny en su primer viaje a Australia. La prima de William, Zara Phillips -hija de la princesa Ana y nieta favorita de la reina Isabel- es la mamá de Mia Grace, a quien atiende ella misma. Además de diseñar ropa de equitación, Zara vive feliz, en una casa sin grandes lujos, con su marido, el jugador de rugby Mike Tindall, y le encanta que la llamen señora Tindall.

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