La creatividad de esta diseñadora se revela en tocados que son como esculturas
New York en una luminosa mañana de verano. Un joven fotógrafo retrata a una modelo en una concurrida calle de SoHo. La chica luce airosamente unos llamativos sombreros y numerosos transeúntes se detienen para contemplarla con curiosidad. Quizás algunos de ellos hayan pensado que esos tocados fueron concebidos por algún famoso millinery de Londres, la capital de los sombreros elegantes. Pero no, en realidad son obra de Anilú Oms, una artista cubana radicada en Miami.
“Ninguna de mis piezas es igual a otra”, afirma la diseñadora y millinery, quien vive con su familia en Estados Unidos desde 1992. Anilú inició su carrera en La Habana, donde estudió Diseño Gráfico en el Instituto Superior de Arte, y terminó convirtiéndose en una reconocida diseñadora de vestuario para cine y televisión. Durante los últimos siete años, ella ha dedicado parte de su creatividad a hacer originales headpieces para complementar los vestidos firmados por su hija mayor: la joven diseñadora Fabiola Arias.
Los fantásticos tocados de Anilú Oms han sido aplaudidos en exigentes pasarelas de ciudades como New York, Tokio y Shanghai; han aparecido en las páginas de importantes revistas y hasta han sido incluidos en videoclips, como el del tema musical Hotel Nacional, de Gloria Estefan.
En su taller de Miami -entre piezas de seda, organza y fieltro; sogas de diferentes materiales, velos y plumas; hojas secas, perlas, maniquíes y headpieces en proceso de elaboración-, VANIDADES conversó con esta imaginativa millinery.
¿Cuándo hiciste tu primer sombrero?
El primero lo hice en el 2007. Mi hija Fabiola me pidió ayuda para un desfile que hizo cuando aún era estudiante de Parsons. Me pareció que para realzar sus vestidos había que agregar un accesorio fuerte. Así que cargué en mi maleta todo tipo de materiales, volé a New York y empecé a improvisar tocados en las cabezas de las modelos. El resultado fue fabuloso.
¿Cuál es la función de un sombrero?
El sombrero, aparte de su uso protector, es un objeto suntuario y de pura coquetería femenina. Casi siempre quien se lo pone está segura de que luce bien y de que está llamando la atención.
¿Tocados o esculturas para llevar en la cabeza?
Las dos cosas. Mis tocados son esculturas.
¿Qué época o creador te inspiran más en tu trabajo?
Me inspira la trayectoria de Philip Treacy. Sin embargo, mi estilo es otro. Soy una creadora que me valgo de mi experiencia como diseñadora de vestuario para que mi propuesta tenga una carga dramática. Me gusta el cine de los años 1940 y 1950. Me encantan el porte y la elegancia de las mujeres de esa época. Un tocado es una responsabilidad para el diseñador que lo hace y un reto para quien lo lleva.
¿De qué manera influye tu formación de diseñadora gráfica en la concepción de un sombrero?
En todo. Mi formación como diseñadora gráfica es decisiva. Determina las dimensiones, el color, las formas y el balance. Las texturas también son muy importantes a la hora de componer un tocado.
¿Tus diseños responden a la necesidad de complementar una ropa determinada o surgen autónomamente?
El vestido es el punto de partida, a partir de ese momento caigo en “trance” y de mis manos se puede esperar cualquier cosa...
¿Qué prefieres en materia de sombreros: el minimalismo o el barroquismo?
El barroquismo, pues me gusta cargar mis tocados de texturas y de materiales diferentes.
¿Cuáles son tus colores y materiales predilectos?
El rojo, el negro y el azul. La combinación de plumas, ramas y semillas siempre da buenos resultados.
¿Tus creaciones son solo para las pasarelas y las revistas de modas o pueden insertarse en la vida real?
En las grandes ciudades las clientas son más osadas. Una de ellas llevó uno de mis tocados a un almuerzo en el Central Park de New York y causó sensación. Pero, sin duda, en las pasarelas los sombreros adquieren otra dimensión. Los espectadores y los fotógrafos quieren ver un show y yo los complazco.
¿El mejor piropo que le han dicho a tus sombreros?
Una “bloguera” que asistió al evento Fashion Houston los comparó con los de la película My Fair Lady.
¿Cómo es trabajar con tu hija?
Me encanta. Fabiola y yo nos complementamos muy bien. Su creatividad y su tesón estimulan a cualquiera que esté a su lado.
¿Qué sentiste cuando dos de tus headpieces pasaron a formar parte de la colección del Museo del Barrio en New York?
Me sentí muy halagada, sobre todo porque llegaron allí a través de una subasta para recaudar fondos para el propio museo.
¿Un sueño por cumplir?
¿Qué millinery no sueña con ver sus tocados en las cabezas de la realeza...?
