El matrimonio entre la princesa Diana y el entonces príncipe Carlos, hoy rey del Reino Unido, fue un cuento de hadas que terminó por convertirse en pesadilla y uno de los episodios más intensos en la historia de la realeza británica. Aunque más de uno pareciera que sabemos al derecho y al revés cómo se suscitaron las cosas entre ambos, hay detalles que con el paso de los años van saliendo a la luz. Uno de ellos: la decisión impulsiva de Diana de mostrar unas fotos que, para ella, eran la prueba de que en algún momento hubo amor verdadero entre ella y Carlos. Un gesto que sacudió los muros del Palacio de Buckingham.
La compleja relación entre Diana y Carlos
Desde el principio, la relación entre Diana y Carlos estuvo marcada por la tensión. Su compromiso se anunció en febrero de 1981, tras una relación breve y de mucho análisis. A pesar de la majestuosa boda que se celebró tan solo unos meses después, el 29 de julio, ya existían situaciones que anunciaban la tragedia. Diana era muy joven; en ese momento contaba con 20 años, mientras que Carlos tenía un vínculo emocional muy fuerte con Camila Parker Bowles, el cual no terminó para el momento en el que la princesa y el príncipe sellaron su vida en matrimonio.
El gesto de Diana y las fotos como prueba
Cuando el biógrafo Jonathan Dimbleby publicó su obra sobre Carlos, este afirmaba que no había amado a Diana realmente y que su matrimonio fue por obligación. Para el momento de esta conversación, la princesa ya había dado la bienvenida al mundo a los pequeños príncipes William y Harry y atravesado unos años complicados de matrimonio, llegando a declarar que las seis semanas antes del nacimiento de Harry fueron “los más cercanos que fuimos nunca”.
Las revelaciones de Carlos fueron la gota que colmó el vaso y, en respuesta a ellas, Diana decidió que unas fotos inéditas de su luna de miel en Eleuthera, donde se aprecia una actitud cariñosa entre ambos, salieran a la luz como “prueba” de que, al menos en algún momento, existió afecto genuino.
La reacción del Palacio
La filtración tuvo consecuencias inmediatas. De acuerdo con la experta real Ingrid Seward, citada por “Mirror”, la reina Isabel II se sintió “horrorizada” por la publicación de las imágenes y llegó a contactar a los editores de los principales diarios para pedir que retiraran las fotos. La monarquía veía su estabilidad amenazada, ya que aquello sacaba al aire elementos de índole “privada”. Con este gesto, Diana rompió una regla esencial: la realeza no hacía públicos sus problemas.
Aquel acto de la princesa Diana no solo fue un escándalo ni una estrategia mediática, fue un mensaje humano y desgarrador. En su deseo de demostrar que, en algún momento, fue amada.