Sarah Ferguson, mejor conocida como la duquesa de York, ha sido una de las figuras más fascinantes dentro de la familia real británica. Su historia con el príncipe Andrés, el tercer hijo de la reina Isabel II, ha tenido de todo: amor, divorcio, amistad, rumores de reconciliación y, por supuesto, muchos titulares. Pero, ¿siguen casados? La respuesta es más compleja de lo que parece.
Un matrimonio real que conquistó al Reino Unido
Sarah y Andrés se casaron el 23 de julio de 1986 en una boda que paralizó al Reino Unido. En ese momento, ella era vista como una bocanada de aire fresco para la monarquía: divertida, espontánea y con un carisma que la conectaba con la gente común. Juntos tuvieron dos hijas, la princesa Beatriz y la princesa Eugenia, quienes hoy siguen manteniendo una relación muy cercana con ambos.
Sin embargo, el cuento de hadas no duró mucho. La presión mediática, las largas ausencias de Andrés (que entonces servía en la Marina Real) y los escándalos alrededor de Fergie llevaron a que la pareja se separara oficialmente en 1992. Cuatro años después, en 1996, se divorciaron legalmente.
Un divorcio… pero no una separación emocional
Tras el divorcio, Sarah y Andrés continuaron viviendo juntos durante años en la Royal Lodge de Windsor, algo que generó muchísima especulación. De hecho, hasta hoy, ambos siguen compartiendo residencia en la misma propiedad, lo que ha llevado a muchos a pensar que podrían haberse reconciliado.
Ella misma ha dicho en varias entrevistas que “nunca dejaron de ser familia” y que su relación es una de las más sólidas de su vida. Aunque asegura que no están románticamente involucrados, admite que entre ellos hay un vínculo profundo basado en el respeto y la lealtad. “Somos la pareja más feliz divorciada del mundo”, bromeó Ferguson en una ocasión.
Entre rumores y lealtades
A lo largo de los años, Sarah ha tenido que enfrentar críticas y rumores, especialmente después de los escándalos legales y mediáticos que envolvieron al príncipe Andrés. Sin embargo, la duquesa nunca le dio la espalda. Ha estado a su lado en los momentos más difíciles, defendiéndolo públicamente y apoyándolo en privado.
Esta cercanía ha hecho que muchos británicos la vean como una figura de lealtad y fortaleza, aunque otros la acusen de aprovechar el apellido real para mantenerse vigente.
Hoy, a los 66 años, Sarah vive un momento de estabilidad, se ha reinventado como escritora y productora, además de convertirse en una defensora de causas sociales, además de la salud mental. A través de sus redes sociales y apariciones públicas, mantiene una imagen más cercana y natural, lejos de la rigidez de la realeza tradicional.
Así que no, la duquesa de York y el príncipe Andrés ya no están casados, pero su historia está lejos de haber terminado, especialmente en las últimas semanas en las que el hermano del rey ha estado envuelto en tantos escándalos.