¿Por qué decían que Victoria era una “reina glotona”? Así era su terrible obsesión por la comida

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La obsesión de de la reina Victoria por la comida, fue un problema que no sólo preocupaba a su médico de cabecera, también a su esposo, el príncipe Alberto, que nunca logró persuadir a su esposa de cuidar su cuerpo y moderar su feroz apetito.

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¿Cómo comía la reina Victoria?

La reina Victoria ocupó el trono británico de 1837 a 1901, era una mujer bajita que media 1.52 metros y con sobrepeso, se tienen registros de que su cintura llegó a medir 115 centímetros, como consecuencia de su desmedida obsesión por la comida.

Tenía apenas unos 11 años cuando su tío Leopoldo de Sajonia-Coburgo, rey de Bélgica, se dio cuenta de que su sobrina tenía un fuerte problema con su forma de comer. La pequeña princesa comía demasiado y muy rápido.

Cuando Victoria se convirtió en reina, no había nada ni nadie que consiguiera calmar su hambre, ni su forma de comer. Cuando su asesor, Lord Melbourne, la reprendió por comer en exceso y le advirtió de su notable aumento de peso, ella le respondió:

Pero siempre tengo hambre”.

Cuando le sugirieron que hiciera ejercicio para perder peso, ella se negó, alegó que la actividad física la dejaba demasiado cansada , ni siquiera su esposo, el príncipe Alberto, logró conseguir que comiera más saludable.

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Dieta de la reina Victoria
Foto: Getty Images

Fue así como la reina Victoria estableció sus costumbres gastronómicas en la corte hasta el día de su muerte. La reina presidió una gran variedad de banquetes reales, en los que se servían entre cuatro y seis platos, con siete a nueve manjares en cada uno. Para grandes ocasiones, solían incluir bacalao con salsa de ostiones, patas de pato en salsa Cumberland y asado de cordero.

Había un plato de postres, con delicias como profiteroles de chocolate. También se mantenía un bufet de comida caliente y fría en aparadores durante la cena, en caso de que alguien tuviera hambre entre un plato y otro.

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Lo increíble, no era la cantidad de comida que se servía en los banquetes, sino la velocidad con la que comía la reina. Generalmente los banquetes duraba horas; sin embargo, la monarca podía terminar con sietes platos en tan solo 30 minutos.

La historiadora, Annie Gray, documentó la costumbres culinarias de la reina en el libro: The Greedy Queen, en el que dice:

Para mucha gente, comer con ella era una tortura. A todos se les servía después de la Reina y cuando ella terminaba, se retiraban todos los platos para el siguiente servicio.

Si uno era la última persona, no era raro que no tuviera oportunidad de comer nada antes de que le retiraran el plato. Ella también insistía en que se abrieran todas las ventanas sin importar la época del año, porque le daba calor”.

Cómo comía la reina Victoria
Foto: Getty Images

Gray también compartió cómo serán las tres comidas de la reina Victoria:

Desayuno: Chuletas de cordero y patatas, pan tostado, bizcochos con una gran variedad de jaleas y mantequillas para untar.

Almuerzo: Chuletas de cordero, espárrago y aves (pollo, codorniz, pavo o perdiz), arroz con leche y frutas de temporada.

Cena: huevos hervidos, consomé de pollo, lenguado gratinado, pescadilla frita, rosbif, flan de albaricoque, cofres con nata.

Tentempié: Fiambres y tartas y una gran variedad de frutas.

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Consecuencias de la obsesión de la reina Victoria por la comida

Como consecuencia de su gran apetito, la reina sufría constantemente de problemas estomacales, indigestión y hasta mal humor.

Cuando se quejaba de dolores de estómago y de hinchazón que la había mantenido despierta toda la noche, su doctor de cabecera, James Read, le prescribía una dieta estricta compuesta por un brebaje especial de leche y trigo que calmaría el dolor de estómago.

La reina obedecía, pero en cuanto se sentía mejor y el doctor se retiraba, ella pedía carne asada y helado de postre.

El doctor Reid recordó una vez que estuvo convencido de que la reina estaba teniendo un ataque al corazón para descubrir que: “su majestad tenía flatulencias”.

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