El Cascanueces en el Auditorio Nacional, una tradición navideña que marca el cierre del año

Ver El Cascanueces al final del año no es solo asistir a un ballet, es cerrar un ciclo con arte, tradición y belleza.

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El Cascanueces en el Auditorio Nacional, una tradición navideña.

Karen Luna

Hay cosas que, cuando llega diciembre, simplemente sabes que van a pasar. El frío, las luces, las ganas de cerrar ciclos… y para muchas personas, El Cascanueces. No como una obligación cultural, sino como ese plan que se siente familiar, aunque lo veas por primera vez.

Desde 2001, el Auditorio Nacional, la Compañía Nacional de Danza y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes se han encargado de que este ballet regrese cada fin de año, convirtiéndose en una de esas tradiciones que no caducan y que, curiosamente, siempre se sienten actuales.

Un espectáculo que se siente vivo

Una de las cosas que más impacta cuando entras a la sala es saber que hay 150 artistas en escena. No es un dato frío, se nota. El escenario está lleno de movimiento, de energía y de detalles que hacen que no sepas bien a dónde mirar primero.

La música de Piotr Ilich Chaikovski, interpretada en vivo, acompaña cada momento de la historia y lo vuelve más intenso. No importa si ya conoces las melodías, escucharlas ahí, en ese contexto, siempre provoca algo distinto.

La danza como forma de contar historias

La coreografía de Nina Novak, basada en la original de Lev Ivanov, respeta la esencia del ballet clásico sin hacerlo distante. Todo fluye con naturalidad, como si la historia se contara sola a través del movimiento. No necesitas saber de danza para disfrutarla, basta con dejarte llevar y permitir que las escenas hagan su trabajo.

El viaje de Clara por mundos fantásticos es, en el fondo, una invitación a imaginar sin filtros. Hay algo muy bonito en ver cómo esta historia conecta con personas de todas las edades. Quienes la ven por primera vez se sorprenden; quienes regresan, encuentran nuevos detalles.

Ir a ver El Cascanueces no es solo asistir a un ballet, es regalarte un momento para pausar, mirar algo bello y cerrar el año con arte y eso explica por qué esta tradición sigue viva, intacta y profundamente querida.

Soy una escritora apasionada experta en SEO, disfruto hacer yoga, una copa de vino con buena compañía y las películas románticas.
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