En la década de los 90, Meg Ryan se encontraba en el mejor momento de su carrera, era la actriz favorita para protagonizar las mejores comedias románticas de Hollywood; sin embargo, todo su trabajo y talento no bastaron para que sobreviviera al escándalo que causó su infidelidad.
La imagen de Meg se vio tan afectada, que su carrera se hundió por completo a pesar de estar en su mejor momento, y nunca ha logrado recuperarse.
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La infidelidad que acabó con la carrera de Meg Ryan
Fue en 1988 cuando inició la carrera de Ryan, y rápidamente alcanzó el éxito con cintas como ‘Cuando Sally conoció a Sally’, ‘Sintonía de amor’ o ‘Tienes un e-mail’ que la convirtieron en la chica dorada de Hollywood.
En su momento de mayor popularidad, se casó con el actor Dennis Quaid, su matrimonio que comenzó en 1991 se convirtió en uno de los más admirados de la industria, pues además tuvieron un hijo juntos.
Pero su historia de amor no tendría un final feliz, tras 9 años de matrimonio, la pareja se divorció cuando se descubrió la infidelidad de Meg con el actor australiano, Russell Crowe, que conoció durante el rodaje de la película ‘Prueba de vida’.
Esta infidelidad fue todo un escándalo, la actriz fue duramente criticada y atacada, su imagen quedó destrozada y dejó de recibir nuevas propuestas, ya nadie quería trabajar con ella.
“Existe un arquetipo que me han asignado, nada que yo haya construido. Pero si traicionas el arquetipo, sufres las consecuencias. Realmente no me importa. La gente puede escribir lo que quiera, decir lo que quiera y a mí no me importa”, reconoció Ryan en entrevista para Vanity Fair.
Meg se enamoró de Crowe, pero su romance no significó nada para el actor de ‘Gladiador’, pues al poco tiempo se separaron, y él era considerado un mujeriego seductor.
El regreso de Meg Ryan al cine
Tras el escándalo, Meg trató de regresar a Hollywood con nuevos proyectos, pero sin éxito, todos fueron fracasos de taquilla, y su nueva apariencia no le ayudó mucho.
En 2010 se comenzó a especular que había recurrido a tratamientos estéticos que no le habían favorecido, y aunque ella siempre ha negado la cirugía plástica en su rostro, los cambios son evidentes.
“Hay conversaciones más importantes que el aspecto de las mujeres y su envejecimiento”: confesó.
En la actualidad, Meg asegura haber madurado y sentirse mejor consigo misma: “Me encanta la persona en la que me convertí, en la que evolucioné. Fui muy peleona, pero ahora me siento cómoda con todo. Creo que eso viene con la edad”.