La maldición de los divorcios en la realeza británica

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Aunque la reina Isabel II y el príncipe Felipe cumplieron 73 años de casados y fueron una de las parejas preferidas de la realeza británica, han tenido que enfrentar varios fracasos matrimoniales en su familia.

Quizás en medio de la noche, en la intimidad de sus habitaciones reales del castillo de Windsor, una fea pesadilla se cuele en los sueños de la reina Isabel II de Inglaterra. Esa pesadilla tiene un nombre: divorcio.

¿Volverá esa terrible palabra a hacer de las suyas entre sus familiares y descendientes más cercanos? Todo parece indicar que no, pero... ¡imposible tener la certeza! Para una mujer como ella, los divorcios deben ser golpes muy difíciles de asimilar. Están reñidos con sus principios y con su vida.

El matrimonio de la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo

En noviembre de 1947, a los 21 años de edad, Isabel se casó por amor con el teniente de navío Felipe Mountbatten —nacido príncipe de Grecia y Dinamarca y a quien, poco antes de la boda, su suegro, el rey Jorge VI, otorgó el título de duque de Edimburgo—, convencida de que aquella unión era para toda la vida.

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Aunque al principio a Felipe le costó mucho adaptarse al estilo de vida de la realeza británica, la pareja logró consolidarse. Se dice que en aquel entonces el duque de Edimburgo, a quien apodaban en secreto “El germano”, no era visto con buenos ojos por muchos ingleses, que lo consideraban un intruso y un cazafortunas. Para empeorar las cosas, el esposo de la entonces joven princesa y heredera del trono tenía un temperamento fuerte y no le gustaba tener que comportarse de acuerdo con un estricto protocolo. Pero la pareja se mantuvo firme y supo sortear las crisis y las tensiones de aquellos primeros años.

Isabel y Felipe vivieron juntos durante 73 años. Como todos los matrimonios, seguramente habrán tenido altas y bajas, pero se han mantenido unidos en los momentos alegres y en los difíciles.

Esta actitud de respeto por el matrimonio como una institución sagrada se la inculcaron a Isabel II, desde niña, sus padres Jorge VI y Elizabeth Bowes-Lyon, quienes también fueron una pareja unida por profundos lazos afectivos y que se complementaba muy bien. La palabra divorcio no formaba parte del diccionario de la reina Isabel II... ¡hasta que se desató lo que pareciera ser una terrible “maldición”!

El divorcio de la princesa Margarita

Todo comenzó con su hermana menor: la princesa Margarita de Inglaterra. Siendo muy joven, a los 22 años, Margarita se enamoró del capitán divorciado Peter Townsend, un edecán de su padre, pero el rey se opuso a la relación y la pareja tuvo que separarse.

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Cuando Isabel ascendió al trono, intentó casar a su hermana con alguno de los príncipes o reyes del Viejo Continente, pero ella no le entregó su corazón a ningún aristócrata, sino al fotógrafo de starlets Antony Armstrong-Jones. Aquel amor también fue boicoteado.

Isabel no quería recibir en el palacio de Buckingham a un plebeyo quien, por si fuera poco, era hijo de padres divorciados, y le decía a su hermana que el difunto rey Jorge jamás hubiera dado su consentimiento. Pero esta vez Margarita se mantuvo firme y amenazó a su hermana con casarse con “Tony” con o sin su autorización.

El 25 de febrero de 1960 se anunció oficialmente el enlace y el 6 de mayo se celebró el matrimonio. La ceremonia fue un fracaso, pues la mayoría de las casas reales de Europa no hicieron acto de presencia.

La felicidad de la pareja no duró mucho. A mediados de los 1960, “Tony” (a quien Isabel no tuvo más remedio que otorgar los títulos de conde de Snowdon y vizconde Linley de Nymans) comenzó a alejarse de su hogar y a ser visto en compañía de atractivas mujeres. Empezaron los rumores de una posible ruptura, pero la relación sobre vivió hasta 1976. Ese año, un comunicado oficial anunció la separación de la pareja.

Para entonces, Margarita tenía un affair con un joven 17 años menor, que se ganaba la vida como jardinero. ¿Se imaginan cuánto habrá sufrido la reina Isabel II con ese escándalo? Por fin, en 1978, Margarita y Tony se divorciaron legalmente. Un duro golpe para la casa real británica y, en especial, para su estricta soberana, quien desde el inicio había augurado que aquella relación estaba condenada al fracaso.

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El divorcio de la princesa Ana, hija de Isabel II y la preferida de Felipe de Edimburgo

La reina Isabel y el príncipe Felipe tuvieron cuatro hijos: los príncipes Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. El divorcio de la princesa Ana fue el “prólogo” de una racha de fracasos matrimoniales que se desató en el círculo más íntimo de la reina de Inglaterra. Ana, después de 16 años de matrimonio con el capitán Mark Phillips, causó otro gran disgusto a su majestad.

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El amor de la princesa Ana y el apuesto Phillips nació de su común afición al deporte hípico. El joven era un magnífico jinete, que había participado en los Juegos Olímpicos de México y de Múnich, y era miembro de la guardia de dragones de la reina. Ana también adoraba los caballos desde niña.

Cuando a principios de los años 1970 Ana anunció a sus padres y a su abuela, la reina madre, que estaba enamorada del entonces teniente Phillips, en la familia real no cundió el pánico. Lejos de oponerse, aceptaron la relación y la boda tuvo lugar en 1973.

La relación de Mark con su futura suegra no empezó muy bien que digamos, pues no quiso aceptar un título nobiliario antes de la boda. Mark era muy sencillo y privado, nunca se sintió a gusto con la familia de su esposa. La pareja tuvo dos hijos: Peter y Zara Phillips.

La crisis del matrimonio estalló en abril de 1989, cuando se supo que la princesa Ana había escrito unas cartas de amor a otro capitán, llamado Timothy Lawrence. En agosto, se anunció la separación de Mark y Ana, y el divorcio se hizo efectivo en 1992. ¡Fue un segundo golpe para la reina Isabel II! De este no la consoló el hecho de que su hija se casara al año siguiente con Timothy Lawrence, quien continúa siendo su esposo.

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Los divorcios del príncipe Eduardo y Sarah Ferguson, y el príncipe Carlos y la princesa Diana

La racha de separaciones y divorcios continuó indetenible. En 1992, el príncipe Andrés, el segundo de los hijos varones de la reina, se separó de la controversial pelirroja Sarah Ferguson. Ese mismo año también se anunció la separación del príncipe Carlos, heredero de la corona, y Diana de Gales. Los divorcios de las dos parejas se hicieron efectivos, con pocos meses de diferencia, en 1996.

El fracaso del matrimonio del príncipe Andrés no sorprendió a nadie. Su esposa, la duquesa de York, con la que se había casado en 1986, era considerada por muchos una muchacha vulgar, que no respetaba las reglas más elementales del protocolo, y los periódicos criticaban su comportamiento. La actitud de Sarah era provocadora, y se dice que era amante de un rico tejano llamado Steve Wyatt.

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En cuanto al matrimonio del príncipe Carlos con lady Diana, se sabe que cuando Carlos se casó con la jovencita, en 1981, no estaba enamorado de ella, sino de su amante Camilla Parker-Bowles. Diana no tardó en decepcionarse y la relación se fue a pique en medio de mentiras e infidelidades.

Princesa Diana y el príncipe Carlos incómodos
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De los cuatro hijos de la reina solo Eduardo sigue casado. Él y su esposa, Sophie Rhys-Jones, tienen dos hijos: Lady Louise y Jacobo.

La nueva generación de la realeza británica: ¿mejores matrimonios?

Muchos esperan que los matrimonios fracasados sean cosa del pasado y que se haya acabado la “maldición” de los divorcios. Ahora, los nietos de Isabel II son los protagonistas de las nuevas historias de amor que todo el mundo sigue con atención.

La gente adora la pareja que forman su nieto preferido, el príncipe William, y Kate Middleton. ¡Parecen un matrimonio perfecto! Y lo mismo puede afirmarse de Zara Phillips, nieta de Isabel, quien está casada con Mike Tindall (ex jugador de rugby) y tienen tres retoños: Mia, Lena y Lucas Tindall.

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No se pudo decir lo mismo del otro nieto mayor de Isabel II, quien en su momento era un solterón de oro, Peter Phillips. Estuvo casado con Autumn Kelly y tuvieron dos niñas: Savannah e Isla Elizabeth. Se divorciaron en 2020 y ahora Peter tiene nueva novia —que hasta atendió al jubileo de platino.

Si las parejas del siglo XXI lograrán permanecer unidas solo el tiempo lo dirá. Ojalá que así sea, por su felicidad y para evitarle nuevos disgustos a la reina Isabel II.

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