María Tersa de Luxemburgo: los secretos detrás de su imagen real y su historia de amor con Enrique

Detrás de su elegancia también está una historia de exilio, un noviazgo universitario y una relación tensa con su suegra Josefina.

María Tersa de Luxemburgo los secretos detrás de su imagen real y su historia de amor con Enrique.png

Así comenzó la historia de amor entre María Teresa de Luxemburgo y el príncipe Enrique.

Getty Images

María Teresa de Luxemburgo, nacida como María Teresa Mestre Batista, no nació en palacio alguno; llegó al mundo en 1956 en La Habana. Con solo cuatro años vivió el desgarro del exilio cuando su familia abandonó Cuba tras la Revolución. Su historia tiene todos los elementos dignos de una novela: raíces acomodadas, una juventud internacional, un flechazo en la universidad y una recepción pública que al inicio fue complicada. Así fue la historia de María Teresa, los inicios de su relación con el príncipe Enrique, la relación con su familia y cómo su pasado fue parte fundamental para construir su imagen solemne y elegante que la caracterizó durante todo su reinado.

María Teresa y Enrique, un amor universitario

María Teresa conoció a Enrique cuando ambos estudiaban en Ginebra. Ella había salido de Cuba con su familia tras la revolución de 1959, estableciéndose primero en Nueva York, donde ingresó al Liceo Francés, y más tarde en Suiza y otros países europeos.

Una vez que María Teresa obtuvo la nacionalidad suiza, continuó su educación en el internado María Teresa de Ginebra, del cual se graduó en 1975, y fue cuando ingresó a la Universidad de Ginebra que el destino entretejería los hilos de su vida con el que se convertiría en su marido y gran duque de Luxemburgo.

Ambos cursaban estudios en Ciencias Políticas y, durante su periodo universitario, forjaron una sólida amistad. La propia María confesó en alguna ocasión que “cuanto más tiempo pasábamos juntos, más claro teníamos que íbamos a pasar nuestra vida juntos”, y así, entre trabajos escolares, clases y pasillos académicos, su relación comenzó. Para noviembre de 1980 la pareja anunció su compromiso, y el 14 de febrero de 1981 celebraron su boda en la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo.

La primera fase de la relación de ambos se mantuvo en discreción, y aunque María Teresa cumplía con el perfil de una joven acomodada, culta, inteligente y de ascendencia noble, había algo que impedía que la relación fuera aprobada al ciento por ciento: su falta de título.

Infanta Cristina Of Spain Royal Wedding

El Gran Duque Enrique y la Gran Duquesa María Teresa.

Antony Jones/Julian Parker/Mark /UK Press via Getty Images

La duquesa Josefina, una suegra que no aprobó la relación

Desde los primeros meses del noviazgo, María Teresa enfrentó cierta reticencia dentro de la Casa Gran Ducal. Josefina Carlota, madre de Enrique, supuestamente nunca aceptó del todo a la joven por su “origen plebeyo”.

La propia María Teresa ha relatado de forma pública que su suegra la llamó “la pequeña cubana” o “criolla”, expresiones que en su momento generaron muchísima polémica, evidenciando la tensión latente que había entre nuera y suegra. En alguna ocasión, María Teresa expresaría que su suegra intentó “destruir su matrimonio”; cuando Josefina Carlota murió, las tensiones evidentemente terminaron; sin embargo, dejó en la conversación pública la reflexión sobre cómo fue la relación entre Josefina y María Teresa.

El exilio y resiliencia

María Teresa nació en un hogar de familia acomodada que perdió su estabilidad tras la Revolución de 1959. Con apenas cuatro años de edad, su familia salió de Cuba rumbo a Nueva York, y después vivieron en España y Suiza. La pequeña, acostumbrada a los jardines tropicales, pronto aprendió a adaptarse al rigor y al clima europeo. Aunque la reina ha asegurado que sobre aquella infancia tiene únicamente “vagos recuerdos”, tiene sumamente presente la raíz y educación cálida caribeña, recordando una frase que la ha marcado: “Cuando has recibido mucho, debes dar mucho”.

María Teresa de Luxemburgo no solo se convirtió en la consorte del duque, sino que también representó el puente entre dos continentes con su unión, demostrando su papel como reina durante 25 años. Su historia de amor con Enrique, el contexto de su infancia y sus luchas personales son hoy en día un testimonio de que la gran duquesa ha sido una mujer que desafió y transformó a partir del carácter, el amor y la resiliencia.

Relacionado