Aunque es bien sabido que tanto Kate Middleton como Meghan Markle llegaron a tener muchos problemas cuando se convirtieron en madres, también hubo otra royal vivió un drama que casi le arrebata la vida: la duquesa Sofía de Edimburgo, cuyo paso hacia la maternidad estuvo marcado por el dolor, la pérdida y dos episodios médicos que la dejaron al borde de la muerte.
El doloroso camino de la maternidad de Sofía de Edimburgo
La reciente biografía Sophie: Saving the Royal Family, escrita por Sean Smith, revela por primera vez y con crudeza lo que la entonces condesa de Wessex tuvo que enfrentar para poder ser madre, todo ello lejos de los reflectores y la esposición mediática.
Casada con el príncipe Eduardo desde 1999, Sofía soñaba con formar una familia, pero a sus 34 años sabía que el tiempo no jugaba a su favor, según lo que cuenta Smith. Por ello es que habría recurrido a diversas alternativas. Incluso, acudía discretamente con la especialista en fertilidad Zita West —conocida como “la susurradora de bebés”— quien le ofrecía terapias holísticas, desde acupuntura hasta pilates, con la esperanza de ayudarla a concebir.
Mientras que en 2001 creyó haberlo logrado: estaba embarazada. Pero a las pocas semanas, un dolor abdominal la alertó de que algo iba mal. En una escena angustiante, Eduardo pidió un helicóptero de emergencia. Sophie fue operada durante tres horas y recibió transfusiones de sangre para salvarle la vida. Pero después de este amargo episodio, la propia royal emitió un comunicado en el que reconocía su profund tristeza: “Estoy muy triste, pero simplemente no estaba destinado a ser. Habrá otras oportunidades”.
La pareja recurrió entonces a la fecundación in vitro. Tras dos intentos fallidos, el tercero trajo una nueva esperanza. En 2003, la duquesa estaba embarazada de nuevo, y esta vez decidida a proteger esa vida con todo lo que tenía. Incluso renunció a los compromisos oficiales y abandonó su pasión por la equitación.
Sin embargo, la historia volvió a repetirse. A solo dos días de inaugurar las oficinas de Childline, sufrió otro episodio de dolor extremo. Estaba sola en casa, ya que Eduardo se encontraba en una visita oficial en Mauricio. Por lo que fue llevada de urgencia al hospital. Pero el diagnóstico tampoco fue alentador, ya que tuvo desprendimiento de placenta. Una complicación potencialmente mortal tanto para ella como para el bebé.
Así fue el nacimiento de la primera hija de Sofía de Edimburgo
Esto provocó que tuviera que ser sometida a una cirugía de inmediato y que su bebé, Lady Louise, naciera prematura, pesando apenas 4 libras y 9 onzas. De acuerdo con lo que relata la autora en el libro, la duquesa de Edimburgo perdió tanta sangre que necesitaron nueve unidades.
Mientras los médicos luchaban por estabilizarla, Eduardo voló de regreso, conmocionado, sin saber si su esposa o su hija sobrevivirían. Y la reina Isabel II, incluso, visitó a Sofía en el hospital.
Pero a raíz de esa dolorosa situación, Sofía se convirtió en defensora activa del cuidado neonatal y los servicios de ambulancia aérea, aunque durante años no pudo entrar a una sala de recién nacidos prematuros sin revivir lo sucedido.
Afortunadamente, en 2007 la duquesa de Edimburgo dio a luz a su segundo hijo, James, en un parto planeado y sin complicaciones: un pequeño milagro después de tanta oscuridad que, si bien ha sido conocido por la opinión pública, marcó un antes y un después en su vida.