Para nadie es secreto la mala relación del príncipe Harry y Meghan Markle con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya que, en más de una ocasión, él ha criticado a la pareja. Sin embargo, esta vez no serían los duques los afectados por una nueva medida impulsada por el mandatario, sino una joven royal europea: la princesa Elisabeth de Bélgica.
La joven, de apenas 23 años, se encuentra cursando un posgrado en Políticas Públicas en la Universidad de Harvard, una de las instituciones más prestigiosas del mundo. Pero un reciente enfrentamiento entre el gobierno estadounidense y dicha institución podría poner en peligro su estadía en el país y, por extensión, sus planes académicos.
¿Por qué Elisabeth de Bélgica podría dejar Harvard?
Ahora, la administración de Trump ha revocado la capacidad de Harvard para matricular a estudiantes internacionales, en medio de una serie de acusaciones políticas que incluyen, entre otras cosas, supuestos vínculos con el Partido Comunista Chino y tolerancia hacia discursos antiamericanos en su campus.
Aunque la decisión fue temporalmente bloqueada por un juez, el futuro de muchos alumnos extranjeros —incluyendo a Elisabeth— sigue siendo incierto. Y aunque el conflicto parece centrarse en Harvard, las implicaciones van mucho más allá.
Si esta medida de Trump se mantiene firme, miles de estudiantes internacionales tendrían que abandonar Estados Unidos o buscar otra institución para continuar sus estudios, interrumpiendo carreras, becas y proyectos personales.
¿Qué dijo la Casa Real de Bélgica sobre la medida de Donald Trump?
La propia Casa Real belga confirmó a través de un comunicado emitido por su portavoz, Xavier Baert, que están “evaluando el impacto que podría tener esta medida en la princesa”, aunque subrayaron que es “demasiado pronto para saberlo”.
Elisabeth no es solo una estudiante más. Como hija mayor del rey Felipe y la reina Matilde, se convertirá, eventualmente, en la primera mujer en reinar Bélgica bajo el sistema de primogenitura absoluta instaurado en 1991.
En tanto que para la princesa Elisabeth esta situación no solo significaría un obstáculo académico, sino también una señal política incómoda, al tratarse de una figura de Estado en formación.
Mientras tanto, la universidad de Harvard ha defendido su postura institucional, afirmando que no cederá ante presiones externas y que continuará defendiendo “sus principios legales y protegidos”, según declaró su presidente, Alan Garber. No obstante, el clima de incertidumbre persiste y, por primera vez, una princesa europea se ve atrapada en un problema político que poco tiene que ver con la realeza.