La reciente visita oficial de la reina consorte Camila, acompañando a su esposo, el rey Carlos III, marcó un hito histórico: por primera vez en 500 años un monarca británico y el pontífice recitaron una plegaria conjunta. Ante este escenario de alto simbolismo, la elección de Camila Parker de vestir completamente de negro, con un vestido largo, mangas largas y velo, captó la atención tanto por su sobriedad como por el mensaje que envía.
En un mundo en el que cada prenda real se analiza en detalle, su look revela mucho más que elegancia: habla de diplomacia y un posible homenaje.
El protocolo del Vaticano que respetó Camila
En el Vaticano existe un código histórico de vestimenta que se debe seguir rigurosamente en las audiencias papales. Este protocolo dicta que solo ciertas reinas o princesas pueden vestir de blanco bajo el “privilège du blanc”, el cual pertenece únicamente a mujeres reales católicas de ciertos países que han recibido previa autorización por la Santa Sede. Camila no forma parte de ese grupo, pues, como consorte del rey británico, pertenece a la Iglesia de Inglaterra, no a la católica.
Por esta razón, y por respeto a la tradición, optó por un diseño de negro total.
Simbolismo histórico: El look de Camila no solo fue una elección por moda
El conjunto que eligió Camila no fue una casualidad; el vestido negro de seda formado por Fiona Clare, combinado con un broche histórico de la reina Isabel II que estaría valuado en 53.000 dólares, que complementó de forma perfecta con un velo de la casa Philip Treacy, remite deliberadamente a visitas anteriores de la monarquía británica al Vaticano. Más de uno notó la clara referencia al reinado de Isabel II, que en 1961 y 1980 también acudió vestida de negro a su encuentro con los papas.
Diversos medios de comunicación han señalado que este guiño estilístico de Camila demuestra que la reina consorte asume el rol institucional con respeto.
La moda como acto diplomático
Más allá de la moda, el atuendo expresa un mensaje diplomático. La visita sucede en un momento de acercamiento entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia católica tras siglos de distancia, y la elección de Camila podría fungir como un símbolo visual de esta reconciliación. Vestir de negro no solo es una imposición protocolaria, es una elección consciente que legitima presencia en un contexto eclesiástico diferente al suyo. Al cumplir con este código, refuerza el respeto institucional hacia el pontífice, hacia su esposo, el rey, y hacia su rol dentro de la realeza.
Al optar por un atuendo sobrio, negro y cargado de referencias históricas, Camila Parker no solo siguió una “norma de etiqueta” más, transmitió un mensaje de unidad, reconciliación, tolerancia y respeto hacia ambas creencias e instituciones.