Este martes 28 de octubre, Federico y Mary de Dinamarca viajaron a estonia para una visita de Estado, donde se reunieron con Edgars Rinkēvičs, presidente de Riga la primera parada de su visita al país báltico.
Los reyes de Dinamarca fueron recibidos con una ceremonia, donde Mary dio cátedra de estilo y elegancia con su elección de estilismo del que todos están hablando, pues no solo ha sido un atuendo muy favorecedor, también ha sacado de su joyero, algunas piezas con más de 200 años de historia.
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El look de Mary Dinamarca para su visita de Estado en Letonia
Fiel a su estilo clásico, Mary de Dinamarca eligió un vestido en color azul que hace a las veces de abrigo, una elección no solo favorecedora, sino adecuada para las bajas temperaturas de Letonia en esta época del año.
Se trata de un diseño de escote cruzado y falda de vuelo al que ha añadido un cinturón para marcar su silueta que ha lucido con una larga pashmina azul en los exteriores para protegerse aún más del clima.
Para complementar su estilismo, la reina de Dinamarca usó unos salones azul navy de Gianvito Rossi y una cartera de mano de piel de la firma Quidam, además de un tocado estilo diadema del que salía una redecilla en la parte delantera.
Las joyas históricas que lució Mary de Dinamarca en Letonia
En cuanto a las joyas, Mary decidió sacar de su joyero real, el juego de la parure Pearl Poiré formada por una tiara de oro, perlas y diamantes, un collar, un broche y unos pendientes, un conjunto que solo puede ser llevado por las reinas de Dinamarca, y Mary ha llevado hoy los pendientes y el broche.
La tiara fue creada en Berlín en 1825 y fue creada para la princesa Luisa de Prusia, esposa del príncipe Federico de los Países Bajos, y años más tarde, los príncipes regalaron la espectacular tiara a su hija, la princesa Luisa de los Países Bajos, con motivo de su boda con el rey Carlos XV de Suecia en 1850.
Con el tiempo, la reina Luisa amplió el conjunto con dos valiosos regalos: un collar de diamantes y perlas ofrecido por el Jedive de Egipto y un broche de perlas y diamantes del príncipe Federico de Holanda, formando así el majestuoso aderezo que conocemos hoy.