Las joyas de los Romanov que ahora pertenecen a la familia real británica

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Hablar de joyas de la realeza es abrir un libro cargado antecedentes históricos. Desde la explicación de por qué las reinas y princesas siempre usan perlas hasta las royals que empeñaron o vendieron sus joyas por necesidad. En este caso, hablaremos de la joyería que perteneció a la familia Romanov y ahora son piezas en posesión de la familia real británica.

Joyas del imperio ruso que ahora pertenecen a la familia real británica

¿Qué fue de las joyas de los Romanov? Después de la Revolución en 1917, varios tesoros salieron del país y algunas se recuperaron —mientras otras se extraviaron. Entre las piezas había diademas, collares, anillos, broches, medallas, coronas y otras más para galas ceremoniales.

Algunas se vendieron a la casa de subastas Christie Manson & Woods (precursor de Christie’s) en 1927 y el dinero regresó al gobierno soviético. Al día, una gran cantidad de joyas están en el museo del Kremlin, otras fueron desmanteladas y las piedas se vendieron solas. Y algunas simplemente desaparecieron.

Según medios, los Romanov que pudieron volar fuers de Rusia llevaron de contrabando algunas piezas de joyería y se las vendieron a otras familias reales. Así es como algunas terminaron en Gran Bretaña.

1) El broche de zafiro con pendiente de perla de la reina Isabel II

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Isabel II posee un broche con zafiro de Ceilán talla cabujón rodeado por docenas de diamantes y un elegante pendiente de perla. Pertenecía a la emperatriz Maria Feodorvna, esposa de Alexander III, madre de Nicholas II y hermana de Alexandra de Dinamarca la reina Consorte de Gran Bretaña (ella le dio el broche como regalo de bodas).

Historiadores creen que Maria logró ocultar el broche al huir a Gran Bretaña, después se lo vendió a María de Teck (nuera de Alexandra), y ésta se lo dio a su nieta, Isabel II, en 1953.

2) Broche de letras eslavas que ha usado Camilla Parker

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Es un broche de diamantes con zafiros de Ceilán colgando elaborado en forma particular de corazón con la letra “ksi” por dentro. Denota el número 60 del alfabeto cirílico, y se le presentó a la reina Victoria en 1897 en honor al aniversasio 60 de su asención al trono.

A Victoria se lo regalaron sus nietos de la casa de Hesse, que abarca a Alexandra Feodorovna y su hermana, la gran duquesa Elizabeth Feodorvna. La duquesa de Cornualles lo ha usado desde 2007.

3) El otro broche de zafiro de la reina Isabel II

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Se dice que este broche de zafiro venía con un conjunto de tiara, collar y adorno de ramillete, pero probablemente se vendió el resto. Ahora pertenece a la reina Isabel II de nuevo gracias a su abuela María de Teck, quien lo adquirió personalmente.

4) El choker de zafiro y perlas de la princesa Ana

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Otro zafiro que pertenecía a Maria Feodorvna que obtuvo María de Teck en 1931 por seis mil libras. Ahora es de las piezas preferidas de la princesa real Ana.

Es un pieza con un gran zafiro al centro, diamantes, cuatro hileras de perlas y ajustes de oro

5) El brazalete de diamantes de la reina Isabel II

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Esta pieza viene de los nostálgicos detalles que esconde el anillo de compromiso de la reina Isabel II. Todo empieza con la tiara de diamantes que Alicia de Battenberg le regaló a su hijo, Felipe de Edimburgo, para hacer el anillo que le daría a Isabel II.

Esta tiara se la dieron Nicolás II y Alexandra a Alicia por su boda en 1903. Con el tiempo, la pieza se desmanteló y mientras una de las piedras se usó para el anillo, las otras se usaron para un brazalete de diamantes que Felipe le dio a Isabel. La reina lo sigue usando y de hecho se lo presta a Kate Middleton.

6) Las perlas rusas de María Cristina de Reibnitz

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Las perlas que pertenecieron a la gran duquesa Maria Pavlovna ahora están en poseción de la baronesa María Cristina de Reibnitz, también conocida como la princesa Miguel de Kent. La princesa es esposa de Miguel de Kent, el primo de Isabel II y tatara tatara nieto de Alexander II por parte de su madre.

Maria Pavlovna escondió sus más preciadas joyas en una funda de almohada y se las heredó a su hija Elena Vladimirovna, quien tuvo que venderlas por cuestiones financieras.

A su vez, Elena le dio los aretes de perla en gota a su hija, la princesa Marina de Grecia y Dinamarca, quien después se las dio a su hijo Miguel de Kent. Éste se las entregó a su esposa, quien los usa con cotidianidad.

Referencia e información de Russia Beyond.

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