En la reciente celebración del Día Nacional de Mónaco, Charlene protagonizó uno de los momentos más comentados gracias a un gesto cargado de simbolismo. A 14 años de su boda con el príncipe Alberto, la princesa volvió a ponerse su famosa tiara de diamantes, la misma que cruzó en su recepción nupcial. La pieza no solo retornó a la escena pública, sino que lo hizo más la mudanza que nunca, pues se integró un look elegante con vestuario de Armani Privé, dando un claro mensaje de elegancia.
La historia de la joya: la tiara “Espuma de Diamantes”
La tiara que deslumbró a todos en la gala monegasca es una creación de Lorenz Bäumer, joyero germano-francés, y fue un encargo del príncipe Andrés como regalo de bodas a Cherlene, por lo que la joya es una pieza personalizada, hecha especialmente para ella.
Recibió el nombre oficial de “Espuma de Diamantes”, porque su diseño está inspirado en el mar. Conformada por diamantes en forma de pera, la tiara, que también puede llevarse como broche, simula olas rompiendo sobre la cabeza. Un homenaje sutil, pero profundo, a la carrera previa de Charlene como nadadora olímpica.
Cuando se casó en 2011, Charlene no la lució en la ceremonia religiosa, sino que guardó la pieza para la recepción, donde también cambió el vestido de novia por un diseño más ceñido, también de Armani, colocando la tiara en la parte trasera de su moño. Con este atuendo, Charlene se convirtió en una de las royals más icónicas en su día, pero desde ese entonces la tierra rara vez había reaparecido públicamente.
Un regreso elegante y nostálgico
En la gala de celebración nacional, Charlene apareció con un vestido de Armani Privé adornado con cristales, pero quien se llevó el verdadero protagonismo fue su joya, la cual decoró la parte frontal de su cabeza con un puñado que evocó el glamour de los años 20. De esta forma, el contraste entre la pieza clásica y el estilo vintage reafirmó su sofisticación y fuerza simbólica.
¿Cómo es su relación con el príncipe Alberto?
La relación entre Charlene y Alberto ha estado marcada por momentos complicados y rumores constantes. Desde antes de su boda se hablaba de tensiones, las cuales han ido en aumento por situaciones como las relaciones anteriores que el príncipe mantuvo o el desconocimiento de la paternidad de sus hijos. Estas especulaciones, a lo largo de los años, no han desaparecido por completo. A pesar de este panorama, la pareja se ha mantenido sólida y firme, demostrando su unión al presentarse en eventos oficiales y públicos.
Para muchos, que Charlene le apareciera con la tía de boda y un vestido de la misma firma que llevó aquel día, con gesto simbólico, no solo por la nostalgia de su propio recuerdo, sino también para el público y para su familia, pues con esto la princesa estaría enviando un mensaje de unidad y reconciliación.
Volver a lucir la tiara “Espuma de Diamantes” probablemente no fue algo trivial; aunque no se conoce la intención real de esta acción, podemos intuir que la decisión fue una declaración emocional llena de glamour, con la que Charlene de Mónaco reafirma su identidad, compromiso y legado con la realeza, así como su estatus de fashion royal.