Salma Hayek sufría miedo escénico

Salma Hayek sufría miedo escénico

Tenía solo 18 años cuando me enteré de que sufría miedo escénico, asegura la actriz

A pesar de su extensa trayectoria cinematográfica y televisiva, la estrella mexicana admite que las tablas del teatro todavía le infunden un gran respeto y hasta cierta animadversión, una debilidad que se debe al trauma de juventud que experimentó en los inicios de su carrera y que le llevaba a quedarse totalmente bloqueada cuando se levantaba el telón. Al igual que muchas otras actrices de su generación, Salma inició su periplo artístico en diversas obras infantiles con las que trataba al mismo tiempo de perfeccionar sus dotes interpretativas y de familiarizarse con el protagonismo que ofrecen los focos, aunque en una ocasión el exceso de atención le jugó una mala pasada y le obligó a huir despavorida del escenario al sufrir un desafortunado ataque de pánico.

“Tenía solo 18 años cuando tuve que interpretar a Jasmine en una producción juvenil del cuento ‘Aladín’, y fue el mismo día de la inauguración de esa obra cuando me enteré de que sufría miedo escénico. Claro que no me di cuenta de ello hasta que se abrió el telón y me quedé completamente muda delante de todo el mundo. Estaba tan asustada, que se me habían borrado de mi mente todas las frases con las que arrancaba el espectáculo, y tras quedarme unos minutos petrificada, mi reacción fue la de abandonar el escenario y salir a correr. Me imagino que tuvo que ser toda una experiencia ver a una jovencita corriendo a toda prisa por la calle con el traje de princesa puesto, mientras la gente del colegio me perseguía para obligarme a regresar a la obra. Al final me cazaron”, reveló la extrovertida intérprete en el programa del humorista estadounidense David Letterman.

El desastroso inicio de obra que protagonizó quien luego se convertiría en una de las grandes divas del cine internacional no resultó tan negativo para su futura carrera como se podría haber imaginado, ya que el hecho de que la forzaran a regresar a las tablas y a interpretar por completo el guion de su papel ha ayudado a Salma a desarrollar progresivamente una gran seguridad personal y profesional.

“En el fondo, la experiencia me ayudó a superar mis miedos y a afrontar muchos otros proyectos con más confianza en mis posibilidades. Pero que conste que al final tuve que finalizar la obra y en el fondo reconozco que no quedó tan mal. Una vez que me alcanzaron, me ataron a una cama y me devolvieron al escenario bien amarrada para que no me escapara. Me subieron a una torre para cantar los versos de una de las canciones estrella del espectáculo mientras Aladín escalaba para reencontrarse conmigo. Aunque la escena no quedó mal, luego se sucedieron todos estos efectos especiales, con explosiones, luces y otras cosas, y yo reconozco que no me enteré de nada. Estaba todavía impactada por las circunstancias”, bromeó.

Aunque la terrible experiencia terminó con final feliz, entre las innumerables películas y apariciones televisivas que pueblan el excelso currículum adulto de la mexicana es tarea imposible encontrar una sola obra de teatro que tenga a Salma en cartel. Y si esta situación no deja entrever el nerviosismo que la actriz podría sentir ante lo imprevisible del directo, quizá lo haga la gran polémica que se ha generado en México después de que la intérprete olvidara buena parte del himno de su país cuando se disponía a cantarlo en vivo durante la emisión de un programa en Estados Unidos, algo que precisamente no le ocurrió con el himno nacional del vecino del norte.

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