¿Qué debe tener un altar de Día de Muertos? 5 elementos que no pueden faltar

Si eres de las que esperan con emoción poner la ofrenda del Día de Muertos, esta información te funcionará.

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¿Qué debe tener un altar de Día de Muertos? 5 elementos que no pueden faltar

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Cada noviembre, México huele a cempasúchil, pan dulce y copal, es la señal de que se acerca una de las tradiciones más bonitas que tenemos, hablamos del Día de Muertos. Más que una costumbre, es una manera de abrirle la puerta a los que ya no están, de decirles con flores y velas: “te sigo recordando, y aquí está tu lugar.”

Montar un altar no tiene que ser complicado ni perfecto, solo tiene que tener corazón. Pero hay cinco elementos que nunca deberían faltar, porque son los que guían, cuidan y reciben a las almas que regresan a casa.

  • La flor de cempasúchil

Dicen que el color del cempasúchil guarda la luz del sol, y que su aroma marca el camino para que los espíritus encuentren su hogar. Por eso se acostumbra hacer senderos de pétalos que van desde la puerta hasta el altar. No hay nada más mexicano que ese naranja brillante que parece encender la casa entera.
Más que una flor, es una promesa: la de volvernos a ver, aunque sea por un instante.

  • Las velas

Cada vela encendida representa una vida, un recuerdo, una plegaria. Su luz cálida guía a los que regresan y acompaña a los que esperan. Algunas familias colocan cuatro, una por cada punto cardinal; otras encienden tantas como seres amados recuerdan.
Lo importante no es cuántas haya, sino que ardan con el mismo amor con el que se recuerda.

  • El pan de muerto

El pan de muerto no puede faltar. Su forma redonda habla del ciclo de la vida, y los huesitos en la parte superior simbolizan a los que nos acompañan desde otro plano. Pero más allá del simbolismo, es el pan que huele a hogar, a familia, a esas sobremesas que se extrañan.
Colocarlo en el altar es como decirle al alma querida: “te guardé tu pedacito, porque sigues siendo parte de la mesa.”

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El vibrante color del cempasúchil representa la conexión entre la vida y la muerte en la celebración del Día de Muertos.

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  • La fotografía

Sin una foto, el altar se siente vacío. Es el rostro que miramos con cariño, la sonrisa que nos hace detenernos y pensar: “aquí sigues.” Se coloca en el nivel más alto, rodeada de flores y luz, porque representa la unión entre el cielo y la tierra.

  • Agua y sal

El agua calma la sed después del viaje, y la sal purifica. Son pequeños gestos que simbolizan cuidado, como cuando uno espera a alguien y prepara todo para recibirlo bien.

Montar un altar de Día de Muertos es, al final, un acto de amor disfrazado de tradición. No importa si es grande o pequeño; lo importante es hacerlo desde el corazón, porque cada flor, cada vela y cada pedacito de pan es una forma de decir: “no te fuiste, solo cambiaste de lugar.”

Soy una escritora apasionada experta en SEO, disfruto hacer yoga, una copa de vino con buena compañía y las películas románticas.
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