El Palacio de Buckingham confirmó que Katharine Lucy Mary Worsley, la duquesa de Kent, falleció a los 92 años en el Palacio de Kensington, rodeada de su familia. Fue un adiós tranquilo, casi en silencio, como ella siempre vivió.
El rey Carlos III no tardó en expresar sus condolencias, y junto a la reina Camila compartió su cariño y respeto hacia el duque de Kent, los hijos y nietos de Katharine.
¿Quién fue la duquesa de Kent?
Katharine nació en Yorkshire en 1933, y aunque su vida pudo haber sido como la de cualquier joven británica, el destino la llevó a convertirse en parte de la familia real. En 1961 se casó con el príncipe Eduardo, duque de Kent, primo de la reina Isabel II. Su boda se celebró en la catedral de York, después de más de seis siglos sin una ceremonia real en ese lugar.
Desde entonces, su presencia fue discreta pero constante, no fue la royal que buscaba brillar en los titulares, sino más bien la que prefería el trabajo callado y cercano, el de la empatía y la música, dos cosas que marcaron toda su vida.
Los gestos que la hicieron inolvidable
Quizá una de las imágenes más recordadas de Katharine de Kent fue en Wimbledon, 1993, cuando abrazó a la tenista Jana Novotná tras perder una final. No importaban los protocolos ni la realeza, en ese momento solo importaba consolar a alguien que sufría.
Años después sorprendió a todos al retirarse de la vida pública en 2002 y dedicarse a dar clases de música en una escuela de Hull. Para sus alumnos no era una duquesa, era simplemente “Mrs. Kent”, la profesora que creía en ellos. También fundó Future Talent, una organización que ayuda a jóvenes músicos a cumplir sus sueños.
Como si eso no fuera suficiente, en 1994 decidió convertirse al catolicismo, siendo la primera royal en hacerlo desde 1701. Un paso valiente que mostró su capacidad de seguir sus convicciones aunque rompiera tradiciones.
El legado que deja
Más allá de los títulos y los palacios, Katharine fue alguien que prefirió la cercanía, entendió la verdadera grandeza está en los gestos pequeños como un abrazo, una clase, una palabra de aliento.
Hoy la familia real británica la despide con respeto, y el rey Carlos III decretó luto oficial. Pero quienes la conocieron de cerca, y quienes seguimos su historia a la distancia, sabemos que se va una royal distinta, una que se ganó el cariño más por lo que dio que por lo que representaba.
La muerte de Katharine Lucy Mary Worsley no solo marca el fin de una vida de 92 años, sino también el adiós a una generación de royals que entendían el deber desde la sencillez. Su historia es la prueba de que se puede ser parte de la realeza y, al mismo tiempo, tener los pies en la tierra.