Sin duda, los pasteles de boda son un componente clave del día especial de muchas parejas, incluyendo el de aquellas que pertenecen a la realeza. Sin embargo, pocas personas saben que la popular tradición de comer un bizcocho blanco de varios pisos se normalizó gracias a la influencia de la reina Victoria.
La reina Victoria se casó con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Cotha el 10 de febrero de 1840. Este fue el primer matrimonio de una reina inglesa reinante en 300 años. El pastel de bodas de tres pisos pesaba 136 kilos y tenía decoraciones que incluían bustos de la pareja en el piso superior, según señala la página web de la Familia Real.
La misma fuente señala que el pastel de la también llamada “Abuela de Europa” fue tan hermoso que inmediatamente los pasteles de boda se hicieron más comunes en las recepciones de todo el país.
¿Por qué el pastel de bodas es importante en los matrimonios reales?
El Palacio de Buckingham señala que el pastel de bodas es un elemento muy importante en las celebraciones nupciales debido a que este elemento proporcionan una magnífica pieza central para “El desayuno de bodas”, que tiene lugar después de la ceremonia.
Además, el corte del pastel es la primera tarea que los novios realizan conjuntamente como marido y mujer, por lo que el pastel adquiere un simbolismo y un significado más allá de ser simplemente un delicioso final para una comida de celebración.
El reino británico señala que una tarta de bodas hecha para una pareja real a menudo será lo suficientemente grande como para servir a más de 2.000 personas, con porciones empaquetadas y enviadas a organizaciones benéficas y organizaciones cercanas a ellos, además de servidas a los invitados presentes.
¿Cuáles son los pasteles de bodas reales más icónicos de todos los tiempos?
La Familia Real señala que cada pastel de boda real presenta diseños significativos e intrincados que buscan reflejar las personalidades de la pareja, así como la importancia de su unión, es por ello que han muchos de ellos han pasado a la historia por su iconicidad.
Por ejemplo, el pastel que se sirvió en la boda del rey Eduardo VII y la reina Alejandra, celebrada en 1863, el cual estaba elaborado con glaseado y decorado con flores.
Otro de los pasteles de boda más emblemáticos de la familia Windsor es el que se sirvió en la boda del príncipe Alberto y Isabel Bowes-Lyon en 1923. Esta pieza de repostería medía 3 metros de alto. En el primer piso se encontraban reproducciones del Castillo de Windsor y la Capilla de San Jorge, y en el segundo, el Castillo de Glamis, la casa de infancia de la Reina Madre. Otros detalles incluían cupidos haciendo sonar pequeñas campanillas de boda de plata en escaleras que conducían a la parte superior del pastel.
Después de la recepción de su boda, el pastel se exhibió en Reading, donde el público hizo cola alrededor de la cuadra para echarle un vistazo.
Por último, vale la pena mencionar el pastel de la boda del príncipe William con Kate Middleton en 2011, el cual fue preparado por la chef Fiona Cairns, quien creó 900 delicadas flores de pasta de azúcar para decorar el pastel de bodas de la pareja, una preparación que le llevó a su equipo cinco semanas.
